Magará, ubicada en Bucaramanga, fue durante medio siglo un querido establecimiento de comida que finalmente cerró sus puertas el 8 de septiembre de 2018. En este día nostálgico, vecinos, clientes y amigos se congregaron en este emblemático lugar para rememorar los momentos, experiencias y anécdotas que habían compartido allí a lo largo de los años, mientras la ciudad se transformaba a su alrededor.
La noticia del cierre inminente de Magará fue como un imán que atrajo a todos aquellos que alguna vez habían sido parte de su historia. Durante unas horas, parecía como si los años 70, 80 y parte de los 90 hubieran cobrado vida de nuevo. Los estantes llenos de recuerdos, la antigua caja registradora y el distintivo letrero verde de la fachada evocaron tiempos pasados.
Sin embargo, dado que el arte nos llama a un lugar atemporal, Magara fue inmortalizado por la artista plástica María Fernanda Mantilla. Con su técnica de miniatura, que impresiona con su nivel de detalle y le ha llevado a una gran popularidad en Tik Tok gracias a otra de sus esculturas -una fuente de soda que evoca la nostalgia estudiantil noventera- presentó su visión sobre la memoria urbana el pasado jueves 7 de septiembre en la Alianza Francesa.
El trabajo de María Fernanda implica la creación de miniaturas que reflejan tanto nuestro imaginario urbano como el paisaje, incluyendo las vías principales, los comerciantes ambulantes, la estética popular y los letreros emblemáticos. Asimismo, aborda temas como la memoria. Mediante sus obras en miniatura busca expresarse a través de una perspectiva creativa.
“Ha sido un proceso de búsqueda para entender lo que nos hace ser quienes somos como habitantes de una ciudad. Independientemente del estrato social, las calles son las mismas para todos. Son elementos que, quieras o no, forman parte de nuestra identidad y personalidad. También ha sido un proceso muy bonito tratar temas de Bucaramanga. Esto me ha acercado más a la ciudad y a lo que soy. Siempre estamos buscando formas de expresarnos y entender nuestro entorno”, dice.
Por medio del arte, María Fernanda quiere dar a conocer la ciudad y Colombia, sueña en algún momento salir y mostrar nuestra cultura.
“Sería beneficioso que la ciudad tuviera más museos donde se pudiera acceder a este tipo de historia nacional. Implementar el turismo desde nosotros mismos nos permite hablar bien de la ciudad y conocer su historia. Normalmente, uno desconoce totalmente la historia de la ciudad y cómo se formó. Creo que deberíamos trabajar en eso. Tengo fe en que cada vez se está trabajando más en eso. A veces, uno le dice a un extranjero sobre Bucaramanga, pero no sabe mucho sobre su historia”, explica.
Sus comienzos
Durante su paso por la universidad, María Fernanda experimentó con diversos formatos y técnicas artísticas. Inicialmente, se aventuró con la pintura, disfrutando especialmente de la acuarela, sin embargo también exploró otras formas de expresión creativa. Fue entonces cuando descubrió el trabajo de Flor Carvajal, una talentosa artista que crea microestructuras con las puntas de las agujas. La cautivó su habilidad para atraer a los espectadores hacia sus pequeñas obras y eso la me inspiró profundamente. Asimismo, el arte del renombrado Joshua Smith capturó su atención debido a su singular estilo y técnica.
Smith es un artista estadounidense que hace maquetas y piezas de edificios de las calles de Nueva York, cuyo aspecto desgastado evoca la nostalgia… Y una sensación parecida a la claustrofobia. Sus creaciones son únicas y no se parecen a los dioramas (un tipo de maqueta) convencionales. Además, le fascinó su habilidad en stop motion.
Su primera incursión en la miniatura comenzó con una tarea universitaria. La idea era representar cómo percibía la ciudad desde nuestro punto de vista personal. Decidí utilizar la técnica de miniaturas y el tema urbano para mi proyecto. Las primeras estructuras que construí fueron del área alrededor de Plaza Satélite.
“Había un restaurante que me llamaba mucho la atención por su letrero. Hice una chaza de dulces, una carroza de aguacates y un carrito de tintos. Fueron las primeras piezas que hice con una técnica que me resultó muy sencilla y fluida. Entregué el trabajo y luego lo expusimos. Me identifiqué muy bien con la técnica y me gustó el formato pequeño porque podía manejarlo mejor y no me dolía tanto la mano al pintar”.
El asunto de su mano tenía una importancia significativa para ella, ya que previamente había sufrido una lesión en los ligamentos que necesitó cirugía y dejó su muñeca ligeramente afectada. Por lo tanto, la elección de las miniaturas fue el resultado de la combinación entre la oportunidad y la necesidad en la vida de María Fernanda.
Aunque es cierto que su primera creación en miniatura se remonta al año 2017, desde el 2015 María ha estado explorando cómo emprender y producir un artículo para comercializar. En ese entonces, concibió unas ventanas coloniales de apariencia similar a las que se encuentran en Barichara o Girón.
“Las ventanitas coloridas me llamaron la atención y empecé a hacerlas. Tenían una pintura en acuarela por dentro y participé en un concurso de emprendedores con esa idea”, cuenta María Fernanda.
Los materiales
María Fernanda usa materiales como MDF, triplex, cartón, diversos tipos de papel y cartones, pinturas y estuco para otorgar un acabado singular a sus obras.
Además, emplea el porcelanicrón, un material que le ha brindado una gran ventaja en la elaboración de pequeñas figuras como los aguacates. Comenta sobre lo curioso que resulta encontrar objetos que se adaptan para crear algo completamente nuevo. Por ejemplo, utilizando un inhalador o un tubo pequeño logró confeccionar el cilindro de su icónica caseta.
