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El Payaso Saltarín vende ‘churritos’ en La Cumbre, Floridablanca

A veces en el Tanque del Agua y otras en la calle 30 frente a la heladería Condorito, este hombre saca su ‘puestico’ ambulante de churritos todos los días.

Con toda la gracia de su traje, su nariz roja, y su peluca de diversos colorines, el payaso saltarín encontró en La Cumbre, el sitio perfecto para hacer reír a sus clientes y también para endulzar su tarde.

A veces en el Tanque del Agua y otras en la calle 30 frente a la heladería Condorito, este hombre saca su ‘puestico’ ambulante de churritos todos los días.

En el barrio lo conocen por su ‘pinta’ de payaso y por su elocuencia para vender su producto, que deja a más de uno antojado por su buena sazón.

Detrás de su sonrisa y de sus célebres frases de humorista, se esconde un hombre fuerte, ‘echado pa’ lante’ y muy serio para ganarse con honestidad el pan de cada día.

A sus 62 años, sigue al pie del cañón, sin rendirse ante los azares de la vida que lo alejaron de su país: Venezuela.

Y sí, el payaso saltarín es un ciudadano venezolano que llegó hace más de cinco años a Colombia con la esperanza de encontrar un mejor porvenir para él y su hijo: Deibis.

El saltarín

Su verdadero nombre es Jesús Arturo Osal, y antes de dedicarse a vender churritos era un payaso bastante aclamado en su ‘tierra natal’.

“Fui payaso de animación de espectáculos y fiestas durante 30 años en Venezuela”, contó.

Cuando cuenta sobre su verdadera profesión, la voz se le engrandece y no puede evitar decir la frase que lo identifica: el payaso saltarín, con mucho swing.

Es por esto, que decidió conservar su traje y ponerlo al servicio de su venta de postres. Los días en que deja de ser Jesús y se convierte en saltarían son, especialmente, los fines de semana.

“Me gusta lanzar promociones esos días, para que más personas compren y también para sacarle una sonrisa a aquel que se anime a probar mis churritos”, dijo.

Su hijo le enseñó

Jesús lleva dos años en Floridablanca. Antes de llegar al municipio ‘dulce’ ya había vivido en Barrancabermeja, Santander. En este municipio, también tenía sus trabajitos.

Su hijo, Deibis, fue quién le enseñó el ‘arte’ de cocinar los churros.

“Yo me di cuenta que el sabía hacerlos, me puse a observarlo. Él me enseñó y yo me gradué de ese aprendizaje y empezamos a venderlos”, contó el payaso saltarín.

Así consiguió su carrito y se ubicó en el Tanque del agua, en La Cumbre.

Sus mayores clientes son los niños, que además de disfrutar su merienda, también ríen de las ocurrencias de este humorista.

“Para la venta les digo: ‘con arequipe, chocolate y lecherita pa’ tu linda y bella boquita; llévatelo ahoritica’”, dice enérgicamente.

Los gangazos

Uno de los sorprendentes ofrecimientos que hace este emprendedor es el precio de sus productos.

De acuerdo con ‘Saltarín’, la bandeja de seis pequeños churritos sale por 2.000 pesitos; si son 10 queda en 4.000.

“Los domingos hay más ofertas por ser días especiales”, aclaró

La preparación de los churritos es en vivo y en directo. Él lleva la masa, la frita y la adereza con chocolate, arequipe, lecheritas o las populares ‘pepitas’ de colores, según el gusto.

Aunque está muy contento con su trabajo, a Jesús le gustaría retomar sus shows de payaso. Por lo que ha empezado a ofrecer sus servicios para piñatas. De modo que, si gusta contratarlo, puede comunicarse con él al : 320 3748199.

Si quiere probar sus churritos, cáigale en sus dos puntos de venta

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