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La tradición de llevar el canasto al mercado sigue vigente en Santander

Quienes comercian estos canastos en el área metropolitana de Bucaramanga cuentan que los pedidos están represados.

Los canastos del mercado, los de empacar los huevos, incluso, los que se usan para poner el pan, están lejos de ser olvidados por la comunidad.

Ahora, incluso, se han convertido en una alternativa para el ahorro del plástico al momento de ir a mercar. Por otro lado, los artesanos les han encontrado otros usos para no perder la venta, que por un momento estuvo frenada.

“En un tiempo la gente ya no los compraba y por eso tuvimos que encontrar otros emprendimientos como los fruteros y floreros”, señala Ana Milena Rodríguez, una artesana de 42 años, piedecuestana.

Ana Milena Rodríguez, una artesana de 42 años, piedecuestana.

En menos de un año, este negocio volvió a ser rentable. Los pedidos semanales aumentaron y las compras en las plazas de mercado del área metropolitana y de Bucaramanga resurgieron.

De hecho, actualmente, esta artesana y su madre, quienes comercian estos canastos, cuentan que los pedidos están represados.

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“Mucha gente los está pidiendo, y mi madre que es quien los realiza, en su mayoría, ya no da abasto para cubrir la demanda”, contó Rodríguez.

Y es que estos canastillos tienen una larga vida útil, por más mal uso que le dé el dueño, arrastrándolos, duran, por lo menos un año.

¿Caros o baratos?

Al ser una alternativa para reemplazar la usual bolsa de mercado plástica, por la que le cobran un impuesto, las cuentas salen a relucir.

Si una bolsa plástica le cuesta 53 pesos. Al suponer que por cada compra usted usualmente lleva una bolsa de estas. En un mes, estaría gastando 1.590 pesos. Al año estaría invirtiendo en solo bolsas plásticas aproximadamente unos 20 mil pesos. Esto en el caso de que se adquiera un mercado diariamente y sin contar el uso del canasto para otras diligencias.

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Ahora bien, de acuerdo con esta artesana, la canastilla de mercado más cara que pueda conseguir en la Plaza Central de Bucaramanga o en Piedecuesta, le puede salir por unos 25 mil pesos.

Así que si se habla de costos, estos canastillos usados por décadas por colombianos y santanderanos sí representan un gran ahorro para el bolsillo y el ambiente.

Menos materia prima

Si bien es cierto que los canastos de juco están teniendo su segunda racha de fama, hay una mala noticia: la materia prima, es decir la planta de la que se extrae este material, cada vez es más difícil de conseguir.

“Esa planta es muy agradecida porque uno le quita lo que va a usar y al año ya tiene nuevamente muy buena frondosidad, pero lo que sucede es que menos fincas están dejando esta planta, porque la quitan para sembrar otras cosas, por lo que conseguirla se ha vuelto difícil”, señaló Rodríguez.

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En el caso de esta artesana, eran sus hermanos que finca a finca en Piedecuesta iban solicitando al dueño del predio que les regalara material para hacer los canastos.

Ahora a Milena le toca conseguir semanalmente el material en plazas de mercado, y en pocas cantidades.

Hasta tacones de juco

Lo cierto es que antes de este aparente florecimiento, esta artesana tuvo que hallar creativamente otros productos para ofrecer: como los fruteros o floreros y hasta tacones de este material.

Ahora, se han convertido en su emprendimiento, y los ha vendido por medio de pedidos de gente que se sorprende por su trabajo. Lleva 16 años moldeando este material.

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