Hay luto y consternación en Zapatoca. oriundo del “Pueblo del Clima de Seda” decidió ultimar sus días. Un impulso fatal lo llevó a colgarse de una viga de madera dentro de un establecimiento en el barrio Lenguerke.
No pudo con el agobio
“Don Alirio” como le decían todos en el pueblo, vivía solo en una habitación. Sus hijos crecieron, hicieron sus vidas, mientras a él lo mortificaba el peso de los años. Sufría de la próstata, debía usar una sonda y hace pocos días le dijeron que necesitaba una cirugía.
En sus últimas días habló sobre su tristeza con uno de sus hijos, le dijo que estaba aburrido por sus problemas de salud. No quería ser una ‘carga’ para su familia.
Eso lo llevó a que el viernes en la tarde fuera a la casa de al lado donde vendían guarapo y cerveza. Cerró las puertas, buscó una cuerda y la amarró a la viga más alta. Finalmente, Alirio ‘colgó’ su existencia.
A uno de sus vecinos que fue a buscarlo para comprarle guarapo, se le hizo raro que no estuviera abierto. Forzó la puerta y se encontró con la tragedia.
Las autoridades acordonaron el lugar en lo que llegaba el CTI para hacer el levantamiento.
Su hijo, quien le escuchó sus últimos lamentos, contó que su padre ya no quería vivir.
A Alirio lo conocían por su nobleza y su don del servicio.
“Compraba enseres domésticos para ayudar a la gente y luego los vendía. Era muy dado a querer”, comentó una conocida.
Siempre estaba a disposición para darles consejos a quien los necesitara. Quizá eso que tanto ofreció fue lo que necesitó, palabras de ánimo que le hiciera tener fuerzas para sobreponerse a las dificultades.
