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Confesiones de un asesino de Bucaramanga

Entrevista a un actor de la violencia en Bucaramanga. Este joven narra cómo comenzó en el mundo criminal de la ciudad y qué piensa ahora sobre su futuro. Desgarrador relato de las vivencias de muchas personas en la delincuencia del área metropolitana de Bucaramanga.

Tiene 25 años. Estudió hasta séptimo grado de bachillerato. Su niñez la vivió entre el consumo de drogas, robos y peleas a cuchillo. Sabe lo que significa la palabra adicto. Lo vieron por las calles como un esqueleto andando, consumido por la cocaína.

Habló por horas de su vida. Desde hace 15 meses permanece en una fundación a las afueras de la ciudad. Se desintoxicó. Se desarmó. No quiere olvidar. Quiere, por primera vez en su vida, pensar en el futuro. Desde los 10 años conoció el infierno de las drogas. Robó, fue capturado por la Policía, apuñaló a personas indefensas y asesinó. Ahora está en lo que podría llamarse su ‘purgatorio’.

Les debe a muchos. Otros lo buscan. Quiere estudiar diseño gráfico y tener una segunda oportunidad. Ingresar a una universidad sería como ganarse la lotería. No es fácil. Está en el límite. La necesidad de una dosis, la ansiedad o la agresividad lo acechan a la vuelta de la esquina de sus días. Dice que no se rinde. El valor de no volver a su anterior vida es ahora su refugio. Precisamente, esto lo hace gritar, a todo pulmón, todas las mañanas. Él lo quiere creer. Esta es la memoria de nuestra conversación.

* ¿A qué edad comenzó a consumir drogas?

A los 10 años.

* Usted era un niño.

Sí. En el barrio se consumía droga. Digamos que era algo normal. Por ser tan joven tenía cierta curiosidad, cierta necesidad de aceptación. Nada, un día decidí probar la marihuana.

* ¿A esa edad alguien le dijo que el consumo de droga es perjudicial? ¿Alguien le explicó las consecuencias?

Lo había escuchado. Había escuchado que la droga era mala. En ese tiempo, digamos, no tenía mucho conocimiento. Más que tener claro que la droga era mala, sabía el efecto que causaba en las personas. Yo veía la reacción de ellos. Eso me llamaba la atención.

* ¿Qué veía a los 10 años?

Los veía a ellos disfrutar. Los veía reírse. Eso me llamaba la atención. Me generaba una atracción.

* ¿Cómo fue la primera vez que fumó marihuana?

Me acerqué a un grupo que fumaba. Ellos me conocían del barrio. Era un niño, pero les insistía en que quería probar, pero no me daban la confianza de hacerlo. Ese día, de tanto insistir, una persona me dio a probar. Fumé. Recuerdo que del estímulo me quedé sentado en una banca como dos horas. No tenía ni saliva.

* ¿Experimentó lo que anhelaba?

No. Parecía ‘embobado’, distraído, sin saliva, con sueño. Me sentía como relajado.

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* ¿Qué pasó al llegar a su casa?

Mi mamá estaba afuera hablando con una amiga. Ella me llamó. No sé, es como la intuición de las mamás. Yo estaba con los ojos rojos y con el olor a marihuana. De una vez fue el conflicto. Ese día me dio una tanda.

* ¿Sirvió la tanda?

Me dio vergüenza que me pegara en la calle. Al otro día me fui para el colegio. Duré meses sin consumir.

* ¿Por qué volvió a probar la marihuana?

Tenía unos amigos bastante inquietos en el colegio. Un día hice un comentario. Dije que yo fumaba marihuana con mis amigos del barrio. Entonces a ellos les llamó la atención. Con tres amigos del colegio compramos un ‘moño’, es decir, una papeleta de marihuana. Ninguno de nosotros sabía cómo armar un ‘bareto’. Como pudimos lo armamos y nos lo fumamos. Desde ese día nos empezamos a poner de acuerdo para salir a fumar.

* ¿Cada cuánto fumaban?

Los fines de semana, cuando íbamos a fiestas. Cuando se nos presentaba la oportunidad. No era todos los días.

* ¿De dónde salía el dinero?

En ese tiempo un ‘moño’ valía cinco mil pesos. No era caro. Entonces nosotros nos reuníamos varios, poníamos de a mil pesos y con eso lo comprábamos. Con esa pequeña dosis que nos fumábamos, alcanzábamos un buen estímulo.

* ¿Consumió en el colegio?

Sí. En el colegio conocí a quienes vendían la droga. Me empezó a llamar la atención la plata que todo eso generaba.

* ¿Cada cuánto fumaban?

Los fines de semana, cuando íbamos a fiestas. Cuando se nos presentaba la oportunidad. No era todos los días.

* ¿De dónde salía el dinero?

En ese tiempo un ‘moño’ valía cinco mil pesos. No era caro. Entonces nosotros nos reuníamos varios, poníamos de a mil pesos y con eso lo comprábamos. Con esa pequeña dosis que nos fumábamos, alcanzábamos un buen estímulo.

* ¿Consumió en el colegio?

Sí. En el colegio conocí a quienes vendían la droga. Me empezó a llamar la atención la plata que todo eso generaba.

* ¿Quién le suministraba la droga?

La mamá de un amigo. Ella tenía una ‘olla’ en el barrio.

* ¿A qué horas vendía la droga?

En el transcurso de la jornada en el colegio. Ya me conocían las personas que consumían. Se acercaban, todo normal, y uno hacía la venta.

* ¿Profesores o coordinadores conocían de la venta y consumo de droga?

Sí. Incluso un día tuvimos un problema. La Policía realizaba requisas en los salones. Una vez alcanzamos a echar la droga en el bolso de otra persona para evitar que nos descubrieran. Esa estudiante no tenía nada que ver con la venta de droga. Le hicieron un proceso. Llamaron a los papás, pero no le hicieron nada porque sabían que era buena estudiante.

* ¿Cuánto ganaba por vender droga?

En ese tiempo, era algo mínimo. Como dos mil pesos por porción. Me servía porque tenía dinero y tenía acceso a la droga. A quienes les vendía, compartían la droga conmigo. Al principio solo probaba marihuana y pepas. Luego comencé a consumir perico (cocaína) en las fiestas. Conocía esa droga, pero no había sentido la necesidad de probarla. En una fiesta de 15 años pedí por primera vez un ‘pase’. Sentí el embale, el acelere, la tensión. Me sudaban las manos. Me sentí ansioso. Luego se me durmió la boca y sentía todo amargo.Confesiones de un asesino de BucaramangaConfesiones de un asesino de Bucaramanga

* ¿A qué edad empezó a robar?

A los 13 años.

* ¿Por qué robar?

Robaba porque veía a personas que lo hacían en el barrio. Vivían bien, con plata. Me llamaba la atención la plata fácil. Con un amigo nos gustaba salir del colegio e ir a robar.

* ¿Cómo fue su primer robo?

En el colegio… celulares. Era más al despiste, para quitarles los aparatos. Luego empezamos a robar en la calle con cuchillo.

* ¿Cuánto ganaba por celular robado?

En ese tiempo nos daban cien mil pesos por celular. Ya existían los Sony Ericsson. También nos robábamos los minuteros. Nos pagaban 25 mil pesos por aparato. Íbamos, pedíamos un minuto, esperábamos el descuido de la gente y salíamos corriendo.

* ¿Cuándo decide salir a la calle y robar con cuchillo?

Empecé a conocer personas que robaban de esa forma. Era más lucrativo. Ya no eran cien mil pesos, sino que se le robaba a una persona el sueldo. Ya era otro nivel. Las primeras veces lo hacía ‘cagado’ del susto, pero luego se desató. Empezamos a conocer personas que viajaban por el país, que robaban, que integraban bandas organizadas.

* ¿A quién robó por primera vez con cuchillo?

A un universitario. Nos robamos una picada (comida) de 30 mil pesos, además de una loción que llevaba en el bolso y como 70 mil pesos en efectivo. No llevaba mucho. Ese día nos quedamos tarde en la calle. Eran como las diez de la noche. Seguimos al muchacho hasta un lugar que estaba como solo y lo hicimos.

* ¿Lo apuñalaron?

No, pero sí opuso resistencia.

* ¿Y el dinero?

Nos lo repartimos. Al otro día nos encontramos en el colegio.

* ¿Cada cuánto robaba?

Cada dos o tres días.

* ¿Apuñaló a alguien por robarlo?

Sí. Muchas veces.

* ¿A quién apuñaló por primera vez?

La persona opuso resistencia. Intentó agredirnos y uno en medio del acelere lo agrede. Era como una persona de 30 años. Nosotros lo acorralamos y lo intimidamos con el cuchillo, pero obviamente nos veía como niños. Nos empujó, nos iba a golpear y decidí atacarlo. Lo herí con el cuchillo en los brazos y en las piernas. Salimos luego corriendo.Confesiones de un asesino de BucaramangaConfesiones de un asesino de Bucaramanga

* Cuando escapan, ¿qué pasaba por su cabeza? ¿Arrepentimiento?

Sentí mucha adrenalina. Sentía la tensión de herir a una persona. Me sentí superior.

* ¿Era necesario apuñalar a las personas indefensas?

Claro. Ya tenía el pensamiento que si no me daban lo que pedía, los agredía.

* ¿Hirió a alguien de muerte?

Sí. Incluso cuando empecé a trabajar con otro tipo de personas, ya lo que uno quitaba no era un celular o plata, ya eran cosas más fijas.

* ¿Cómo qué?

Por ejemplo, la plata (por la venta) de una casa.

* ¿Fleteo?

Sí.

* ¿Era consciente que podía matar, ser muerto o llegar a la cárcel?

Conocía la ley, porque me rodeaba de personas que infringían la ley. Lo que buscaba en ese momento era el reconocimiento. Quería ser malo, hacerme identificar como el malo. Como dicen en la calle, ‘el cara de loco’. Tener el respeto de ese mundo.

* ¿No era mejor buscar ese reconocimiento de forma positiva, en el estudio o deporte y no como un bandido?

Tomé malas decisiones. Yo fui deportista. Jugué en la Selección Santander de microfútbol de menores. Estuve en convocatorias a las Selección Colombia.

* ¿Qué pasó entonces?

Lo que ocurrió es que a un amigo lo violó una persona que nos entrenaba y cuando ocurrió eso se acabó el programa. A nosotros nunca más nos volvieron a convocar.

* ¿De seguir entrenando microfútbol, otra sería la historia de su vida?

Sí. Hubiera sido diferente.

* ¿Cuándo deja de estudiar?

A los 13 años. Estaba en séptimo. No le tenía interés al colegio. Estudiaba en la jornada de la mañana, entraba a las seis y media de la mañana y llegaba a las nueve de la mañana al colegio. Entraba por la cafetería del colegio, recibía la merienda y me escapaba a robar y consumir.

* ¿Cómo llega a las bandas de delincuentes?

Siempre me rodeé de personas negativas. En el mundo de la delincuencia se necesitan menores de edad. Los menores dan otra impresión. Usted ve un menor de edad y no cree que ese niño lo vaya a robar.

* ¿En qué robos lo utilizaban?

Empecé a los 14 con la banda. Con algunas cosas pequeñas, como joyerías, pero cosas muy pequeñas, como robar un paño, anillos o cadenas. Ellos distraían al encargado y uno se metía y sacaba las cosas. ‘Volteo’, así se llama.Confesiones de un asesino de BucaramangaConfesiones de un asesino de Bucaramanga

* ¿Cómo lo detiene la primera vez la Policía?

Tenía 15 años, estaba en una banda. Íbamos a robar un Efecty. Éramos cuatro personas. Yo debía sacar el dinero, los otros iban armados. Robamos y cuando salimos estaba cerca la Policía. Yo iba con la plata, iba corriendo para la moto que me esperaba, pero me caí. El tipo no me esperó y se fue. Luego a él lo detienen. Nos atraparon a los dos.

* ¿Cuánto llevaba?

4’500.000 pesos. No era mucho.

* Por ser menor de edad, un juez lo envió a la Fundación Hogares Claret, centro de resocialización. ¿Cuánto tiempo estuvo?

Duré 12 meses. En ese tiempo, en ese lugar la convivencia era pesada. Allá afiancé varias conductas, es decir, me llamaba la atención ser reconocido como bandido y allá definitivamente aprendí a ser malo.

* ¿Deme un ejemplo?

Me tocó agredir a personas por una palabra, por una mirada. Todo a punta de cuchillo. Di y recibí puñaladas. Con muchos tuve problemas, pero también tuve amistades negativas.Confesiones de un asesino de BucaramangaConfesiones de un asesino de Bucaramanga

* ¿Qué pasó al salir?

Salí a delinquir, totalmente descontrolado. Ya me llamaba la atención hacerle daño a la gente. Tenía problemas (enemigos). Pensaba, para qué los dejo vivos si en el día de mañana me matan. Eran muchachos que eran sicarios, delincuentes y yo también les había propinado puñaladas. Ya había sangre de por medio. Las batallas siempre fueron a muerte. Había muchos resentidos conmigo por peleas, por droga, por dinero.

*¿Mató a alguien en medio de esas riñas?

Sí. Un día tuve un problema, peleé con un muchacho y en medio de la pelea maté al muchacho a cuchillo.

* ¿Cuándo tiempo llevaba libre?

Dos meses. Me dedicaba en ese entonces a vender droga.

* ¿Por qué fue la riña?

Con él tenía problemas por plata y droga. Él era un muchacho bastante intolerante y arrogante. Ese día le estaba reclamando mis cosas, mi plata. Me debía $320 mil. Él me dice que no me va a pagar, empezó a insultarme. Me dijo que me parara, que peleáramos, que no me iba a pagar nada. Yo lo acepté. Yo no me voy a dejar ‘ver la cara’. Le pegué dos puñaladas, una en el cuello y otra en la mano. Él me hirió en el brazo. Ahí quedó él.

* ¿Lo detienen?

Sí. Como a las seis cuadras me coge la Policía.

* ¿Qué pasaba por su mente mientras corría esas seis cuadras?

Me generó bastante impacto ver a esa persona botar sangre por el cuello. Ese día estaba muy drogado.

* ¿En ese momento se arrepintió de matarlo?

No. Tenía la impresión de ver la sangre salir del cuello. Sentía como rabia.

* ¿Por qué rabia?

Porque yo me estaba haciendo respetar. Era yo o era él.

* ¿Cuánto tiempo estuvo en Hogares Claret?

Me enviaron por 52 meses (cuatro años). Iba a cumplir 16 años. Estando allá terminé el bachillerato. Me gané una beca de ser ‘Pilo paga’ y no la reclamé. Me dieron un bono de dos millones de pesos en ropa. Siempre fui buen estudiante. Después de graduarme duré dos años más allá. Salí a los 19 años.

* ¿Cambió algo su segunda estadía en Hogares Claret?

No. Seguía generando conflictos, no convivía con nadie. Llegué a estar en una celda solo. No me gustaban las reglas, era intolerante, todo me daba rabia. Muchas cosas más.

* ¿Lo buscó la familia de la víctima?

Sí. En Hogares Claret estaban unos primos. Varias veces intentaron agredirme. Se salían de los patios a buscarme. Como tres veces intentaron matarme.

* ¿Cómo sobrevivió?

Sabía en lo que estaba, no me dormía en ‘los papeles’.

* ¿Tiene temor que lo encuentren ahora?

Sí. Pero nunca ha pasado nada. Además, no es el único conflicto que tengo. Tengo problemas por droga, por plata, por negocios mal hechos. Todas esas cosas que trae la delincuencia.

* ¿Se arrepiente de esa muerte?

Yo no necesitaba eso. Nada de lo que viví llegué a necesitarlo. Solo es algo que busqué por placer, por tener excesos. Nadie tiene la necesidad de herir o robar a alguien. Las personas normales estudian, trabajan, salen adelante, progresan. Quitarle la vida a esa persona fue un acto más de supervivencia, pero claro, me arrepiento.

* ¿Qué pasó al salir?

Seguí teniendo problemas legales, seguí robando, seguí vendiendo droga. Ya robaba con inteligencia. Buscaba mejor a las víctimas. Uno evaluaba a las personas, si salían de un banco o llevaban una cadena. Sabía a cómo pagaban el gramo de oro.Confesiones de un asesino de BucaramangaConfesiones de un asesino de Bucaramanga

* ¿Robó solo en Bucaramanga?

No. Fui a Villavicencio, Bogotá, Aguazul (Casanare), Sogamoso, Paipa, Duitama, Santa Marta, Cartagena, Ipiales, entre otros.

* La gente tiene en la actualidad la percepción de que hay mayor inseguridad en la ciudad. Desde la mentalidad del ladrón, ¿cuál es la forma más eficaz de combatir la delincuencia?

Ahora hay más inseguridad, por la situación económica y por la llegada de extranjeros. Bucaramanga es una ciudad con bastante delincuencia común. La Alcaldía, la Policía, todos los entes evolucionan, la delincuencia también lo hace. Siempre hay nuevas formas de delinquir. La mejor forma de combatir la delincuencia es capacitar y educar a las personas. Si yo hubiera sabido todo lo que iba a vivir, el tiempo que iba perder y el deterioro sicológico y físico, no hubiera tomado ese camino. Hacer conciencia que el consumo de drogas es progresivo.

* ¿Tocó fondo en el consumo de drogas?

Sí. Me vi mal, deteriorado físicamente, sin importar si pasaba una noche en la calle o en la casa. Duraba tres o cuatro días consumiendo. No aceptaba la ayuda de mi familia. Mi orgullo era más grande que mi problema. Me olvidé incluso de mí. Mi existir era solo para la droga. Llamé un día a mi papá, le dije que estaba cansado de esta vida, que aceptaba la ayuda y me trajeron a esta fundación. Cuando me recibieron, llevaba 10 días sin dormir.

* Lleva 15 meses de rehabilitación, ¿los impulsos de consumir y ser un bandido desaparecieron?

No. El impulso siempre va a estar. Es algo que sé. Pero ahora me aliento de cosas positivas y trabajo diariamente por mantener ese conocimiento y afianzar la capacidad de tener hábitos saludables y vivir mejor.

* ¿Si se encontrara con ese niño de 10 años, que empezó un día a fumar marihuana, qué le diría?

Le diría una frase: ‘que no es necesario’. Claro, si pudiera sentarme a hablar con él, mejor dicho, le diría hasta el resultado de la lotería.

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