A las 10:00 de la mañana comienza a sonar el timbre de la casa de doña Alicia Álvarez, ubicada en un tercer piso en Mirador del Valle, en Medellín.
Ella es la responsable de uno de los negocios más célebres de la zona. Sus helados no solo son deliciosas. La forma en que las entrega a sus clientes son toda una experiencia.
Solo hay que tocar el timbre. Doña Alicia sale al balcón, pregunta cuántos helados, de qué sabor, los mete en un cajoncito de madera igualito a una cabina del metrocable, y lo envía. El cliente saca la crema y el ‘metrocablecito’ regresa al balcón cargado con el pago.
Aunque aún no tienen nombre, hay quienes las llaman las ‘Metrocremas” o la Línea C, la de las Cremas.
La historia de un emprendimiento
Doña Alicia y su hijo, Juan Peña, llevan más de 15 años viviendo en este apartamento.
Por un tiempo vendió pasteles y empanadas, pero hace un año se metió en el cuento de los helados.
Su hijo, al ver que a su mamá le quedaba muy difícil estar subiendo y bajando tres pisos para entregar los helados, pensó en una manera más cómoda para ella poder seguir con su negocio. Fue así que se le ocurrió la idea con la que, por ahí derecho, le hizo un homenaje al metrocable.
Una vecina le ayudó a materializar la idea del cajón, pero de la cabeza de Juan salió todo el ingenio para moverlo.
“Tiene dos cables de acero bien templados de punta a punta (desde el balcón hasta el andén). El cajoncito está hecho de madera, con una buena pintura para que la lluvia no lo deteriore. El modo de polea es un lazo, una manila con el que lo bajamos y lo subimos nuevamente“, contó el creador del metrocable casero.
El emprendimiento se volvió viral
El Metro de Medellín compartió el video que se hizo viral en cuestión de horas
