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La joven santandereana que brilla en la Fuerza Aérea

Esta joven tiene la importante misión de verificar que las aeronaves que aterrizan y despegan de la base aérea de Catam funcionen de manera óptima y estén aptas para desarrollar las misiones militares.

Karla Tatiana Villalba Pérez tiene 22 años, nació en Ocamonte, y desde hace cerca de cinco meses fue nombrada como comandante de la línea de vuelo del Comando Aéreo de Transporte Militar, una de las bases más grandes de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC, en Bogotá.

La subteniente Villalba Pérez es administradora aeronáutica de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez y durante toda su carrera se destacó, a tal punto, que se graduó como la mejor estudiante de su curso. Esto le sirvió para llegar a ocupar este importante puesto en Catam.

Dentro de las labores de la subteniente están la coordinación del equipo técnico que se encarga del mantenimiento de aeronaves como el Boeing 737, C-295, C-40, King-350, C-90 y C-130, vitales en las operaciones de la Fuerza Aérea.

Su trabajo durante toda la semana implica que las aeronaves salgan a vuelo sin contratiempos y hacer que los mantenimientos programados e imprevistos que se registren se realicen cuando estas retornen a la base.

‘De Ocamonte al cielo’

Karla Tatiana recuerda que su pasión por las aeronaves arrancó desde muy pequeña, cuando arrancaba su preescolar en Ocamonte. “Al escuchar el sonido de algún helicóptero en el cielo de mi municipio, junto con otros amigos salíamos a correr a la cancha de fútbol para verlos aterrizar. Era genial poder admirarlos. Desde ahí comenzó mi sueño de volar”, expresó.

Cuando estaba a punto de terminar su bachillerato, Villalba Pérez averiguó por redes sociales qué se necesitaba para ingresar a la Fuerza Aérea habló con sus padres y ellos apoyaron su sueño.

La joven tuvo que presentar varias pruebas antes de ser admitida en la Escuela. En uno de esos viajes a Bogotá tuvo la oportunidad de subirse por primera vez a una aeronave y el amor por el aire se acrecentó. “Fue increíble. Desde arriba se ve el mundo de otra manera”, destacó.

Luego de cumplir con varios requisitos, en 2019 ingresó a la Escuela Militar de Aviación.

Con una fe inquebrantable y todo el amor por su carrera, la subteniente Villalba se fue ganando un espacio de reconocimiento en la academia. En su segundo año fue escogida como la mejor de su clase y se mantuvo allí hasta graduarse en 2022.

En sus días en las aulas, algo que la joven rememora es salir a la ventana de su habitación y ver las grandes aeronaves que allí se encontraban y ver que su sueño estaba cada día mas cerca de alcanzarse.

Su día de más orgullo fue cuando recibió de manos del Presidente Petro la bandera de Colombia, en la ceremonia de graduación, y escucharen alta voz su nombre y el de sus padres durante este acto por ser una estudiante destacada.

En su primer año, ya como oficial, Catam es la primera base en la que fue asignada y aunque sus compañeros son en su mayoría hombres, Karla ve esta como una oportunidad para aprender pero también para demostrar de qué está hecha.

Pondrá a volar alto sus sueños

En su rol como comandante, la santandereana tiene el privilegio de estar atenta a mantenimiento de grandes aeronaves, entre ellas el avión Hércules FAC-150, recordado porque en 2015 fue el primero en aterrizar en una misión en la Antártida.

“Se que debo trabajar muy fuerte en esta nueva etapa porque algún día quiero llegar a ser la comandante de la Fuerza Aérea de Colombia. Si uno tiene un sueño hay que trabajar para lograrlo”, aseveró Karla Tatiana.

Otra de las metas que se trazó la joven es que más niños de su municipio, especialmente niñas, lleguen a hacer parte de esta Fuerza.

“Es un orgullo cuando voy al pueblo y algunos pequeños se acercan y me dicen que quieren ser como yo cuando sean grandes. También me llena de satisfacción cuando hablo con mis padres y me cuentan que alguien los felicitó por la labor que estoy haciendo. Es gratificante que Colombia sepa que en el mapa existe Ocamonte, el lugar de donde vengo”, expresó la subteniente.

Aunque está lejos de casa, para Karla, cada integrante de su familia son sus motores, o en este caso sus turbinas, que apoyaron su sueño y la acompañaron a volar para cumplirlos.

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