Tras 25 años dedicados a la vigilancia de un conjunto residencial en Piedecuesta, Antonio Sanabria Portilla invirtió en un modesto local de la plaza de mercado de Santa Ana para ‘chicanear’ todos sus inventos.
Todos los días desde las 7:30 de la mañana, el local número 18 de dicha plaza se convierte en la galería de las ideas de ‘Anthony’. Ahí los llaveros, trompos de madera, tablas para colgar las llaves, macetas y hasta instrumentos musicales fabricados a mano llaman la atención de los clientes que circulan por los pasillos del recinto.
Más que un trabajo, dedicarse a las artesanías se ha convertido para él en “el mejor oficio mantener el cuerpo y la mente activos”.
Un oficio empírico
“Cuando me pensioné de la empresa de seguridad, me ofrecieron seguir todo el tiempo que quisiera, pero quería tener un oficio enfocado en mi bienestar” afirma el artesano de 67 años. Y aunque, él no había trabajado la madera ni tampoco tenía gran idea sobre la pintura,
Lo que había comenzado como un puesto para comercializar afiladores de cuchillos hechos en madera e incienso, con el apoyo de los comerciantes y administrativos del lugar, se transformó en el local de artesanías para todo aquel que vista Santa Ana.
De hecho, las creaciones de Sanabria han llegado a Chile, Panamá y Estados Unidos.
Y a lo largo del país, varios de sus clientes y colegas le han encargado detalles para enviar a su respectivo ‘pueblito de la infancia’.
En las mañanas Antonio se dedica a recibir a su fiel clientela y a los curiosos que se asoman y “siempre que realizo una venta le brindo a la persona un regalo como cortesía” revela Sanabria.
Pero a partir de mediodía es cuando se prende la bombilla de las ideas, porque en una pieza de su casa él da rienda suelta a su imaginación y pincelada tras pincelada va produciendo una gran cantidad de material.
Él no se deja ponchar
El artesano oriundo de Matanza, Santander hace un tiempo adquirió una gran cantidad de dados transparentes con el objetivo de vender a mil pesos el par.
Tal producto tenía pinta de ‘ponche’, así que con cinco dados, silicona y un cuadro de vidrio fabricó un soporte para celular. Tan pronto como exhibió el novedoso producto en su vitrina, atrajo a clientes interesados en descifrar qué era.
Otra idea que se ‘roba’ las miradas de propios y extraños son las seguetas elaboradas en PVC, la hoja filosa es sostenida por un marco robusto hecho del derivado del plástico.
Una ‘cómplice’ de sus invenciones es Inés María Cordero, comerciante del puesto del frente. Siempre que el artesano de Santa Ana llega con una nueva propuesta, Inés le ayuda con diversas sugerencias para que sea más agradable a la vista.
La buena presentación es algo fundamental para un hombre que define su personalidad con la palabra “pulcritud”. Tal importancia de que todo esté en su lugar radica en que él es ‘el color’ de la plaza de mercado.