Diego Armando Cantillo Pérez es una de las cuatro víctimas mortales que dejó una racha criminal en apenas 12 horas en Cartagena, entre el mediodía y la noche del sábado 21 de octubre.
Al mototaxista, de 31 años (cumplía 32 el próximo 11 de noviembre), lo mataron a balazos a eso de de las 9:30 p. m. en el barrio Viejo Porvenir, calle Jorge Eliécer.
Eso es lo que precisamente tratan de averiguar sus familiares, en especial su pareja, quien está confundida y embargada por un mar de dolor e incertidumbre.
Diego residía con su compañera sentimental y su hija, de 9 años, en el barrio San José de Los Campanos, cerca de la calle 98.
El sábado trabajó normalmente en el día y a las 7 de la noche regresó a casa para descansar. Su pareja dice que él acostumbraba a “recogerse” temprano para guardar la moto.
A las 8:30 de la noche, Diego le dijo a su mujer que le iba comprar un “perro caliente” a su hija antes de guardar la moto.
Lo que sucedió poco después con el mototaxista es todo un misterio para sus allegados. Lo primero que se atreven a imaginar es que cerca de su casa le salió una carrera y por eso, quizás, se trasladó al Viejo Porvenir.
La información que tiene la Policía Metropolitana sobre este hecho de sangre indica que a las 9:30 p. m., a Cantillo Suárez lo abordaron dos hombres en moto y uno de ellos, el parrillero, le disparó a quemarropa y sin mediar palabras.
A Cantillo lo alcanzaron a llevar agonizando al CAP de Olaya Herrera, pero los médicos confirmaron que lo ingresaron sin signos vitales.
Aunque una primera versión indica que este hecho de sangre habría sido en sicariato, para los familiares de Diego resulta misterioso que su moto no aparezca.
“Es una moto relativamente nueva y que por sus características él cuidaba mucho, por eso no trabajaba hasta tarde en la noche.
“Es una marca Bajaj Discover 125, de color negro y placa JFF 23F. Aún no sabemos si lo mataron para robársela”, anota la pareja de Cantillo Suárez en la mañana de este lunes en la morgue de Medicina Legal.
La compañera de Diego asegura que él no tenía problemas ni había sido amenazada. Lo único extraño es que el sábado lo notó un poco cabizbajo.
La mamá del mototaxista recordó, por su parque, que la última vez que ella habló con Diego este le comentó de lo que tenía previsto realizar el día de su cumpleaños, aunque al terminar la conversación le dejó una frase que hoy suena inquietante: “mami, tengo que cuidarme mucho”.