Las largas jornadas de trabajo, los inconvenientes laborales y familiares, junto a los ritmos acelerados del día a día, son solo algunas de las causas principales de la disminución del deseo sexual.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco personas actualmente sufre o se ve afectada por la ansiedad. Se estima que el 70% de las relaciones sexuales bajo los efectos del estrés son nulas o prácticamente insatisfactorias.
El estrés es capaz de llegar a producir una ausencia de secreción vaginal, problemas de erección, dolor genital o pélvico en la penetración y eyaculación precoz, lo que genera inseguridades y posibles complejos a la hora de querer tener relaciones en el futuro.
La falta de lubricación, el descenso de la libido y los cambios hormonales suelen ser los principales inconvenientes en el bienestar femenino. Foto: Internet
El estrés provoca que el organismo tenga un descenso en los niveles de andrógenos y estrógenos, dos de las hormonas más importantes y relacionadas directamente con la sexualidad y el deseo.
Igualmente, hay diferentes factores que generan ansiedad a la hora de la ejecución, como sentirse obligado a responder sexualmente, miedo al fracaso, elevado estado de alerta y pensar demasiado en el otro, lo cual no permite que se disfrute el acto sexual.
Sin embargo, es posible reducir los niveles de estrés y mejorar el rendimiento en la intimidad. Inicialmente lo que se debe hacer es recuperar el bienestar y la tranquilidad mental, hacer deporte, meditación y yoga, pues eso puede ayudar a liberar energías negativas y así sentirse más tranquilo y confiado en el acto íntimo.
Otro de los factores importantes es la alimentación saludable y el descanso. Dormir bien es vital para disminuir la ansiedad y el estrés.