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Modelo de Victoria’s Secret, secuestrada junto a su familia en Brasil: una noche de terror

La modelo internacional Luciana Curtis, conocida por su trabajo con Victoria’s Secret, vivió una noche de terror junto a su esposo y su hija de 11 años. Secuestrados a mano armada en São Paulo, fueron retenidos durante 12 horas en una choza rural, en un episodio que dejó marcas imborrables y un aire de misterio aún sin resolver.

La noche del 27 de noviembre parecía una más en la vida de Luciana Curtis, modelo internacional reconocida por trabajar con marcas como Victoria’s Secret y Harrods. Junto a su esposo, Henrique Gendre, y su hija de 11 años, salía de un restaurante en Alto da Lapa, una tranquila zona de São Paulo. Pero el aire apacible de la noche pronto se llenó de tensión. En un abrir y cerrar de ojos, hombres enmascarados surgieron de la oscuridad, armas en mano, cambiando para siempre el rumbo de esa velada.

El grupo de delincuentes, con movimientos calculados, forzó a la familia a entrar en su propio vehículo, un lujoso GWM Haval. Bajo amenazas, el silencio de la familia se convirtió en su única defensa. El auto avanzó por calles cada vez más desoladas, dejando atrás las luces de la ciudad. La incertidumbre era un peso que nadie dentro del auto podía soportar.

Horas después, el vehículo se detuvo frente a una choza perdida en una zona rural. El lugar era austero, casi lúgubre: un colchón desgastado, un lavabo oxidado y un retrete al fondo. Este sería el escenario de las próximas 12 horas, un tiempo que para Curtis y su familia se sintió eterno.

Dentro de esas cuatro paredes, los secuestradores no solo amenazaron a la familia, sino que también los obligaron a transferir grandes sumas de dinero. Cada segundo parecía un desafío para mantener la compostura frente a la mirada amenazante de los captores. El auto de la familia, uno de los símbolos de su éxito, desapareció en la noche, robado por los delincuentes como un botín más.

El miedo y la tensión se apoderaron de cada rincón de esa choza. Luciana, acostumbrada a los reflectores y las pasarelas, se encontró cara a cara con una realidad cruda y aterradora. La seguridad que una vez la rodeó parecía un recuerdo lejano.

Al amanecer, los secuestradores parecieron haber cumplido su objetivo. A las 10:30 de la mañana, decidieron liberar a sus víctimas, abandonándolas en una zona remota al norte de São Paulo. Luciana y su hija caminaron por caminos desconocidos hasta encontrar trabajadores locales, quienes las ayudaron a contactar a las autoridades. A pesar del alivio de estar libres, las marcas de la experiencia eran visibles en sus rostros.

La policía llegó rápidamente al lugar de cautiverio, pero las pistas eran tan esquivas como los mismos secuestradores. La choza estaba vacía, sin rastros de quienes habían orquestado el plan. El auto seguía desaparecido y las sumas de dinero transferidas parecían haberse desvanecido en el aire.

Aunque físicamente ilesa, la familia Curtis lleva ahora las cicatrices invisibles de una noche que dejó un impacto imborrable. La experiencia no solo ha conmocionado a quienes la conocen, sino que también ha despertado una ola de indignación en Brasil y más allá.

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