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La tristeza marcó la vida de los sobrevivientes a la tragedia del naufragio en Santander

Wilson Ardila contó los momentos de angustia que vivió hace tres meses cuando la lancha en la que iba con su familia, se accidentó.

Han pasado 3 meses desde que ocurrió la tragedia en el río Magdalena, en la vereda Campo Galán, de Barrancabermeja. Allí, un adulto y un niño de 7 años murieron cuando la chalupa en la que paseaban se volteó. Para las 14 personas que iban a bordo sin duda ese tormentoso 9 de mayo quedará grabado en sus mentes por siempre.
“Estamos vivos gracias a Dios. Tuvimos la muerte encima. Aún da nervios y cuesta trabajo dormir”, manifestó Wilson Ardila, uno de los sobrevivientes del accidente quien además aseguró que fue triste saber que dos personas de las que iban a su lado no corrieron con la misma suerte.
El volcamiento de la lancha le causó daños en las vertebras a su esposa y él sufrió una infección que debieron tratarle durante varios meses.
“Mi esposa no pudo volver a manejar porque cree que la van a chocar y cuando va conmigo en el carro va tensionada”, comentó Ardila.

Un día imborrable
Wilson recuerda que llegó a Barrancabermeja muy temprano para ayudar a un sobrino con un trasteo. Estaba en compañía de 5 adultos, entre ellos su esposa y dos sobrinos, quienes hacia el mediodía se ‘antojaron’ de dar un paseo en canoa. En ese momento comenzó aquella travesía ‘inolvidable’.
“El río estaba crecido y la lancha llevaba el cupo completo. Era nuestra primera vez”.
El paseo fue normal hasta que hicieron una parada en Campo Galán. Al retornar a El Muelle, al parecer, la persona a cargo soltó la canoa sin prenderla y cuando fue a encender el motor fue arrastrada por la corriente.
“Abajo hay máquinas para sacar arena; chocamos… cuando vi fue que se volteó. Saqué a mi esposa y le dije: ¡sálvese usted! Cuando me di cuenta, el bote estaba adentro lo había chupado el planchón, quedó debajo.
“Como pude salí, aún en el agua me pegué en la cabeza con el planchón y dije aquí ya, no puedo luchar contra la corriente, que se haga la voluntad de Dios. No recuerdo más. Cuando desperté estaba flotando”, narró el sobreviviente.
La angustia bajó cuando vio a su esposa en tierra, porque ella no sabe nadar y de inmediato empezó a enterarse de la muerte del niño y el señor.
Sumido en el ‘shock’ agradecía no haber llevado a su hijo de 10 años.
Hoy continúan con su vida, pero hay situaciones que los hace revivir aquel trágico día en que pensaron que morirían.
De seguro Wilson y su familia no se ‘antojarán’ más de montar en una lancha o -por lomenos- no mientras se recuperan del daño emocional que les ocasionó ese ‘pequeño naufragio’.

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