La noche del 7 de junio marcó los últimos momentos con vida del productor musical Daniel Alejandro Velásquez Franco, conocido como Dr. Velásquez, y su novia, Astrid Sofía Riascos. En su finca en la parcelación Acuarela, en Envigado, ocurrió el asesinato que sacudió el mundo de la música y destapó profundas tensiones dentro de la propiedad.
Poco antes de las 10 de la noche, Julián Alberto Quintero, un expolicía de 50 años y mayordomo de Velásquez, recibió una llamada desde la portería informando sobre la llegada del cantante “El Clooy” y su conductor.
Dr. Velásquez, famoso por trabajar con artistas como Darío Gómez, Jhon Alex Castaño, Reykon, Maluma y Blessd, sostenía una reunión de negocios que se extendió hasta aproximadamente las 2:00 de la madrugada. Los invitados notaron un comportamiento inusual en Quintero, quien estuvo presente y armado durante toda la reunión, algo que no solía hacer.
Finalizada la reunión, Velásquez y el mayordomo se quedaron en una zona de la propiedad conocida como “El Parche”. Velásquez pidió algo de beber y comenzó a hablar con Quintero sobre problemas en la convivencia en la finca
El reconocido productor mencionó que la madre de Quintero debía abandonar la finca debido a quejas de Sofía, su pareja. Esto desató una violenta discusión.
Según Quintero, Velásquez atacó verbalmente a su hermana Adriana y a su sobrina Juliana, afirmando que quería que ambas se fueran de la finca, y que, si Quintero no lo hacía, él mismo las echaría.
El mayordomo, recordando el momento, dijo: “Mi madre es una abuela de 72 años, ¿cómo podían tratarla así? Cuando Daniel insistió en que no le importaba y me desafió, fue lo que más me enfureció”.
Impulsado por la ira, el mayordomo sacó una pistola de 9 mm y le disparó a Velásquez en la cabeza.
Luego, en un estado de furia y con tragos encima, subió a la casa principal y disparó a Sofía, de 23 años, una vez en la cabeza en su cuarto.
Julián Quintero, al darse cuenta de lo que había hecho, trató de ocultar el crimen: escondió la pistola en un matorral y llamó a la portería para asegurarse de que nadie saliera de la finca. Más tarde, entregó una pistola traumática a la policía, intentando desviar la atención del crimen, según la versión de la Fiscalía.
¿Una muerte anunciada?
El hermano de Sofía, Ever Andrés Riascos, quien también estaba en la finca esa madrugada, sospechaba de Quintero desde el principio. En su testimonio, indicó que Quintero encontró ambos cuerpos en diferentes lugares sin alertar a los demás presentes.
“Ella pensaba (la madre de Astrid Sofía) que Julián estaba detrás de esas dos muertes. Todo el mundo nos preguntábamos cómo era que había encontrado dos cuerpos que estaban distantes y en diferentes lares y nadie le avisó, apenas se enteró de esos hallazgos, estando ocho personas que estábamos allá. Uno ahí mismo que ve muerto de inmediato, uno hace un escándalo y comienza a gritar, a pedir ayuda o auxilio o a llamar a la policía”, detalló el fiscal sobre el testimonio que brindó Riascos.
Las tensiones entre la familia Quintero y la familia de Riascos también salieron a la luz. Ever Andrés afirmó que su hermana trataba bien a Quintero, pero que este sentía que ella estaba ocupando el lugar de su sobrina Juliana.
“Mi hermana trataba muy bien a Julián, pero obviamente este se sentía que le estaba quitando el lugar a su sobrina Juliana, y eso era notorio porque se notaba que Juli y Doña Blanca (la madre de Julián) no les gustaba nada de nosotros” dijo.
La llegada de las autoridades inició la investigación formal. Quintero, eventualmente, confesó su responsabilidad en los hechos y entregó el arma homicida a los agentes del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI).
Sin embargo, su defensa alegó que la confesión se obtuvo en estado de embriaguez, cuestionando su validez legal. Argumentaron que una entrevista sin firma contradice los derechos de Quintero y que, por tanto, no debería considerarse como prueba concluyente.
La defensa también presentó otra hipótesis, sugiriendo que la pérdida de relojes de alta gama podría indicar un móvil distinto. Además, señalaron que Dr. Velásquez había recibido llamadas extorsivas y mencionaron conflictos con un conocido cantante paisa como posibles factores en el crimen.
Javier Darío Martínez Carrillo, quien trabajó para Velásquez, relató que el productor había recibido amenazas y enfrentaba problemas con algunos contratos de representación, específicamente con Blessd.
Juliana Muñoz, exesposa de Velásquez, mencionó que un manager de Blessd le había preguntado sobre el paradero de Velásquez, lo cual le pareció sospechoso, considerando que no mantenían comunicación desde su ruptura.
Mientras Quintero permanece en prisión, el caso sigue siendo objeto de investigaciones y debates, buscando esclarecer las verdaderas motivaciones detrás del asesinato de Velásquez y su novia.