“Ni una más”, era uno de los gritos que se escuchaban ayer a la altura de Yomasa (Usme), luego que un infame le arrebatara la vida a Ingrid Vanessa Castro, de tan solo 23 años, en la madrugada del sábado, y sus familiares y amigos salieran a las calles para pedir que se haga justicia.
Todos en una sola voz piden que el crimen no quede impute, pues el infeliz huyó luego que le propinó más de 30 puñaladas dentro de su vivienda en el barrio El Virrey, en la calle 96 sur con carrera 10.
¡Justicia por Ingrid!
En pleno fin de semana de celebración del mes de las madres, a la mamá de Ingrid le arrebataron a su hija, y no solamente a ella la destrozaron, también a sus demás familiares y amigos, quienes no podrán verla cumplir sus sueños y deberán ahora estar tocando las puertas de la justicia, para tener al menos un parte de tranquilidad con el fin que el victimario pague tras las rejas y no vuelva a lastimar a ninguna otra mujer.
Jeisson, el tío de la joven, narró ayer, en medio de la marcha que hicieron, los desgarradores detalles de este feminicidio.
“Me timbró el celular a las 2 de la mañana, yo me levanté, salí al baño y me percaté que una persona salió por la sala, verifiqué si quizás era alguien que iba para el baño, pero esta persona salió de la vivienda y dejó la puerta abierta. Cuando yo salí del baño se me hizo raro porque parecía un hombre, pero no lo identifiqué muy bien y sentí que la puerta de que da a la calle no la cerraron, entonces cuando voy a mirar efectivamente estaba abierta, la cerré, pero verifiqué si estaba todo lo de valor, y como no faltaba nada, me acosté nuevamente a dormir en ese momento. Sí pensé que la persona que vi salir era el exnovio de mi sobrina por la contextura y los rasgos”, contó Jeisson.
A eso de las 10:30 de la mañana la madre de Ingrid le pidió a uno de sus hermanitos menores que fuera a despertarla para que se levantara a desayunar, pero el niño se llevó la terrible sorpresa de ver sangre y lo único que pensó fue en ir a darle aviso a su progenitora.
“Al niño le dio mucho miedo, al ver rastros de sangre, entonces le dijo a la mamá, y ella intentó mirar, pero no pudo del susto, entonces me dio el aviso, y cuando fui hasta donde ella, el hombre la había dejado tapada con todas las cobijas, verifico que estaba boca abajo, le tomo signos vitales y la niña ya estaba muerta, me di cuenta que tenía siete heridas, en la espalda y otra en la cabeza. Cuando llegó Policía y criminalística verificaron y nos dijeron que el hombre le pegó más de 32 puñaladas en todo el cuerpo”, agregó en este doloroso testimonio el familiar.
Inmediatamente los ojos de la familia se voltearon a la expareja de Ingrid, C. Eslava Arismendi, quien, según dicen, no estaba contento con que la relación de ellos hubiese terminado. Este sujeto, cuenta el tío, ya la había agredido anteriormente, y que incluso en presencia del tío la había lastimado.
“Es un sujeto de unos 42 años, dudaron como 4 años y en diciembre se habían dejado, ella no quería nada con él, pero él estaba obsesionado con ella, la llamaba, le escribía, hasta que el viernes en la noche ellos se vieron, pero no sé si fue que ella aceptó salir con él, o él llegó al negocio donde ella estaba, en un billar, que tiene cámaras de seguridad donde quedó registrado que él estuvo en el sitio con ella. No sabemos si mi sobrina llegó a la casa con él, o fue que este se metió después. El año pasado él tenía acceso a la casa, porque lo distinguíamos, era casi un miembro de la familia, pero se obsesionó con ella y hasta que no le quitó la vida no quedó contento. Él ya tenía antecedentes de violencia, le había dejado morados los brazos, la cara, incluso tenía una demanda por intento de homicidio de una relación anterior”, añadió el doliente.
La familia de Ingrid no encuentra consuelo, y en el rostro de cada uno de ellos se ve el luto que deberán afrontar el resto de su vida, porque nada, ni nadie podrá regresarla a sus brazos.
“Pedimos justicia, porque esto no puede seguir que maten a una mujer y quede impune. Todos venimos de una mujer y debemos valorarla y respetarla, estamos marchando pacíficamente para pedir justicia. Mi hija estaba trabajando como guarda de seguridad, ella me decía que quería sacarnos adelante, tenía un temperamento fuerte y no permitía que se metieran con su familia”, finalizó diciendo Armando, papá de Ingrid.