El jaguar es el felino más grande que existe en América y hay ejemplares de estos animales desde México hasta Argentina. Sin embargo, de acuerdo con cifras de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cerca del 55 % de su hábitat se ha disminuido en los últimos años.
La caza furtiva, los atropellamientos, la deforestación de su hábitat y los conflictos con los seres humanos son algunas de las causas para que la población de los ‘reyes del agua’ vaya en vertiginosa caída.
Esta especie está en peligro en todo el continente. No obstante, según la líder técnico de la Fundación Cuidar La Tierra, Ana María Botero, en el Magdalena Medio se encuentra la población más amenazada de jaguares del mundo. En este lugar, la caza de las presas de las que se alimenta el felino, las muertes de la especie por retaliación de los humanos, y las vías 4G que los dejaron encerrados, se combinan para que su vida corra peligro.
La importancia del jaguar radica en que es una especie ‘sombrilla’ que mantiene el equilibrio en todo el ecosistema.
Una conexión de ‘energía’ con el jaguar en Santander
Gustavo Gutiérrez es líder administrativo de Agroinversiones Ipacarai, ubicada en la finca San Isidro, cerca de Barrancabermeja, y que, en sus cerca de 400 hectáreas, hay plantaciones sostenibles de palma de aceite, ganadería bufalina y cría de gallinas y camuros.
Este hombre, por boca de trabajadores y habitantes de la zona, se enteró que, entre las palmas y los pastizales del predio, se habían visto merodear a varios felinos de gran tamaño en innumerables ocasiones. Con la curiosidad a flor de piel, mandó instalar cámaras ‘trampa’ para constatar la veracidad de los rumores.
Un día, mientras revisaba el material audiovisual, vio que la lente de aquel dispositivo había ‘capturado’ a un animal grande, de pelaje brillante, de piel con manchas. Sin duda, se trataba de un jaguar. Ese encuentro fue ‘amor a primera vista’.
“Fue un motivo personal y la conciencia de que saber que él estaba acá. Es algo inexplicable, esa energía que puede transmitir el jaguar y con la que generé una conexión especial”, manifestó Gutiérrez Jaimes.
Tal fue la pasión por el tema, que Gustavo pasó de tener una a 10 cámaras ‘trampa’ en Ipacarai y de inmortalizar la ‘piel’ del jaguar, con tinta, en su brazo derecho. “El jaguar para mí es la presencia de un ser que se ha ido. Este es un recordatorio de mi padre, del legado que dejó para mí y mis hermanos”, indicó.
La ‘reina Jessy’, la matrona jaguar
Desde hace varios años, un grupo de amantes de la naturaleza y defensores del ecosistema, se unieron y conformaron en Santander la Fundación Cuidar La Tierra, que entre sus banderas tiene la protección del jaguar y de su hábitat, en el Magdalena Medio.
En 2016, el director científico de Cuidar La Tierra, Jhon Mario Flórez Salazar, y su equipo, arrancaron con un proyecto para seguirle la pista a los jaguares que recorren los alrededores de Barrancabermeja. Con cámaras ‘trampa’ instaladas en puntos estratégicos se propusieron averiguar cuáles eran los felinos manchados que, de manera constante, eran avistados por la comunidad.
Precisamente, el 15 de junio de 2016, frente a uno de los dispositivos de grabación, una hermosa hembra de jaguar, de cerca de tres años, pasó contoneándose. Lo alentador de ese reporte, es que de esta ‘dama’ se volvió a tener noticias cada mes, cada año, hasta la fecha presente.
“Es una historia muy bonita. A través del monitoreo identificamos a Jessy, la jaguar ‘matrona’. Le pusimos este nombre en honor a una bióloga de la Fundación que falleció. Sabemos que se trata de ella por las particulares manchas de su piel, que son irrepetibles, como las huellas digitales en los humanos”, explicó el profesor Flórez Salazar.
El seguimiento de cerca de ocho años permitió identificar que en el Magdalena Medio habitaban cerca de nueve jaguares: Jessy ‘la reina’; Luka, que era el macho dominante y fue asesinado; Balám, quien llegó a remplazar al animal fallecido; Eireté, Princesa Yuma y Onca, las crías; El Rey Opón y Pipatón, quienes fueron avistados en el caño La Vizcaina, fuente de agua que alimenta a la ciénaga San Silvestre de Barrancabermeja.
La mayor del grupo, Jessy, puede tener cerca de 11 años y la más pequeña es Eireté, que está sobre los cuatro años de vida. Para el biólogo de la fundación Cuidar La Tierra, Jhon Mario Flórez, el número y edad de esta manada “demuestra que, pese a las presiones e intervención que hay en el Magdalena Medio, los animales han sabido adaptarse y sobrevivir. Sin embargo, el hecho de que estén vivos no quiere decir que se hayan desarrollado de manera adecuada”.
Un encuentro ‘cercano’ con el jaguar en Santander
Entre las plantaciones de palma de Ipacarai trabaja Jhon Jairo Flórez Rodríguez, un labriego nacido en Barrancabermeja. Desde hace cerca de cinco años este barranqueño se gana la vida con los racimos de la palma aceitera.
Una mañana, hace cerca de cinco meses, mientras recorría los cultivos, el hombre se alertó con el vuelo de unos pájaros que huyeron despavoridos porque algo los asustó. De repente, el trabajador vio que algo corrió hacia él. “Era un cachorro de jaguar. Estaba hermoso, el pelo le brillaba y se le marcaban las manchas. Iba corriendo agotado. Pasó a menos de 100 metros de mis ojos”, narró Flórez Rodríguez.
El labriego aseguró que una cosa es ver a un felino de este tamaño en un video, que admirarlo tan de cerca. “Es un privilegio verlo. Las huellas del cachorro tienen el tamaño de un puño cerrado y las del adulto son tan grandes como una mano abierta. Ellos son un símbolo para nosotros, para la región”, expresó.
Es la segunda vez que este hombre avista a un jaguar, ya que, en la finca de sus padres, ubicada en zona rural de Barrancabermeja, se encontró hace varios años, aunque no tan cerca, con un jaguar adulto.
Regresó a la ‘hija del sol’ siguiendo huellas de jaguar
Luis Fabio García Chávez nació en Subachoque, Cundinamarca y hace cerca de 15 años, junto a un socio, compró un predio ubicado en La Lizama, cerca de Barrancabermeja. Su objetivo, explotar comercialmente las mencionadas tierras.
“Con confianza y buena fe adquirimos las tierras, pero, lamentablemente, la servidumbre para entrar a mi predio no estaba escriturada. El predio por el que tenía acceso nos negó la servidumbre y quedamos incomunicados”, explicó García Chávez.
El pleito por el ingreso al predio entró en una disputa judicial, el propietario regresó a Bogotá y las tierras quedaron sin intervenir. Los jaguares, por su parte, aprovecharon la ausencia de seres humanos y establecieron su corredor biológico en esta zona. Gracias a ello, lograron sobrevivir.
“Tuvimos muchos años de sinsabores, de costos económicos y morales. No obstante, por una causa buena se mantuvo la finca en total abandono. El hábitat del jaguar y otros animales se mantuvo intacto. Esto nos emociona terriblemente”, expresó el hombre.
Historias unidas por fuerza de ‘garras’ del jaguar
A su modo, quienes hacen parte de esta historia, están unidos por la energía del jaguar, que para las creencias indígenas representa fuerza y poderío. Las coincidencias hicieron parte de una cita especial.
El pasado viernes, 29 de noviembre, precisamente cuando se conmemoró el Día Internacional del Jaguar, los protagonistas de este relato se dieron cita en la finca San Isidro de Barrancabermeja. El objetivo, crear una alianza para unir voluntades y fuerzas en pro de la conservación del jaguar.
Para el caso de Gustavo Gutiérrez, líder administrativo de Agroinversiones Ipacarai, quien es consciente de la presencia de los felinos en la finca San Isidro, decidió, junto a la Fundación Cuidar La Tierra, fundar en ese mismo lugar la Estación Biológica Jaguar Ipacarai.
Este será el centro de operaciones para continuar y reforzar el monitoreo de los jaguares en la zona, afianzar la producción sostenible, proteger el hábitat de los felinos y establecer un territorio para que los investigadores continúen con los estudios de la biodiversidad que hay en este sector.
“Desde Ipacarai estableceremos acciones como el respeto por las franjas hídricas de los caños. Estas zonas no se fertilizan, se cuidan las especies endémicas, hay prohibición de caza y pesca, se protegerán las presas de las que se alimenta el jaguar y se capacitará a los trabajadores de la finca para que sean protectores de la especie”, aseguró Gutiérrez Jaimes.
Por su parte, desde la Fundación Cuidar La Tierra, su presidente, Jhon Mario Flórez Salazar, añadió que se generarán estrategias de restauración de bosques por los que se mueve el jaguar, ayudarán a que las empresas dirijan sus obligaciones de compensación ambiental hacia la conservación de los felinos y crearán el ‘aula jaguar’ para enseñar a la comunidad cómo convivir con esta especie.
“También diseñamos mecanismos de financiación para quienes quieran unirse a esta causa. Los interesados pueden donar, de manera simbólica, un metro de hábitat desde $50.000 o adoptar un jaguar. Queremos también que los encargados de las vías nos ayuden a recuperar corredores biológicos, por los que ahora pasan vías principales, y donde animales son atropellados constantemente”, indicó el biólogo Flórez Salazar.
¿Recuerda a Luis García, dueño del predio donde se estableció el jaguar? Él también estuvo en Barrancabermeja y, durante el acto de lanzamiento de la Estación Biológica, anunció que donó el 33% del predio para la conservación del jaguar. “Vamos a ser casi que socios de la Fundación y vamos a ayudarles en todo lo que esté a nuestro alcance”, aseguró el hombre.
Y, por último, Jhon Jairo Flórez, el operario de las plantaciones de palma, se comprometió a que “como el jaguar es hermoso, hace parte del ecosistema, voy a seguir pendiente de que nadie le haga daño, de estar atento a informar de dónde encuentro sus huellas y si, por fortuna nacen nuevas crías, ser guardián de ellas”.
Además del gran felino, este es el hogar de especies como el puma, el tigrillo, el yaguarundí, el zorro perro, la tamandúa, la babilla, el zaino, el guartinajo y el halcón peregrino.
Así como ellos, entidades estatales y privadas se unieron al ‘rugido’ del jaguar y, desde su campo, dijeron que lucharán ‘con uñas y dientes’ para salvarlo.
Si desea conocer más detalles de esta iniciativa puede visitar las redes sociales de Ipacarai y la Fundación Cuidar La Tierra.