Era aún de madrugada cuando el barrio de Jamaica, en Queens, se convirtió en el escenario de un horror indescriptible. Las llamas devoraban un garaje de dos pisos, pero lo que al principio parecía un desafortunado accidente pronto reveló un plan oscuro y deliberado.
La policía asegura que Aliya Fakhri, de 43 años, no solo inició el incendio: lo hizo con la intención de matar. Su grito, como un augurio macabro, quedó grabado en la memoria de los testigos: “Hoy todos van a morir”. Dentro, Edward Jacobs y Anastasia Ettienne, incapaces de escapar del infernal cerco de fuego, encontraron un final tan trágico como aterrador.
Según las autoridades, Fakhri llegó al lugar a las 6:20 a.m. con una mezcla letal de determinación y rencor. Jacobs, de 35 años, y su amiga Ettienne, de 33, dormían en el garaje que él usaba como vivienda. El incendio comenzó rápidamente, y aunque Anastasia intentó salvar a su amigo subiendo al segundo piso, ninguno logró salir con vida.
Las autopsias confirmaron que la muerte fue causada por inhalación de humo y quemaduras graves. Lo que quedó del lugar no fue más que una estructura ennegrecida, un testimonio mudo de la violencia que había tomado el control aquella madrugada.
¿Por qué ocurrió esta tragedia?
La historia detrás del incendio señala a una relación rota que nunca encontró su cierre. Jacobs, padre de tres hijos, había terminado con Aliya un año antes, pero ella no aceptaba la separación. Su obsesión, descrita por amigos y familiares, habría escalado hasta este punto sin retorno.
El fiscal del distrito, Melinda Katz, fue contundente: “Este no fue un accidente ni un acto impulsivo. Fue premeditado, malicioso y diseñado para destruir vidas”. Ahora, Fakhri enfrenta múltiples cargos de asesinato e incendio premeditado.
El caso tomó un giro inesperado al revelarse la conexión de Fakhri con su hermana Nargis Fakhri, una destacada actriz de Bollywood. Aunque llevaban más de dos décadas distanciadas, el vínculo familiar no ha pasado desapercibido para los medios. Mientras Nargis guarda silencio, los detalles del pasado de Aliya comienzan a emerger: una infancia marcada por tensiones y una vida adulta envuelta en un patrón de relaciones conflictivas.
Edward Jacobs deja atrás a tres hijos pequeños, quienes ahora enfrentan un futuro sin su padre. Su madre, devastada, lo describió como un hombre dedicado que vivía por su familia. “Esto no tenía que pasar. Él solo quería paz para sus hijos”, dijo entre lágrimas.
Por su parte, los amigos de Anastasia Ettienne recuerdan su valentía, su intento desesperado por salvar a su amigo, aunque eso le costara la vida.
Mientras Aliya Fakhri permanece bajo custodia, el caso avanza con una comunidad aún conmocionada por el alcance de esta tragedia.