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“Un papá se hace matar por un hijo… no lo enseña a matar”

“Estamos frente a una sociedad sin adultos, hay una pérdida de horizontes; dónde están los papás que debieron cuidarlo. Una cosa es criar y otra educar”.

Un papá le enseña a un hijo a consentir una mascota, alimentarla, bañarla, pasearla y hasta recogerle el popó, pero no le dice cómo matarla.

Un papá le enseña a su hijo a escribir, a usar zapatos, a ponerse medias, a manejar bicicleta, pero no le enseña a manejar un arma.

Un papá lleva al hijo al parque, a jugar fútbol, a volar cometa, pero no lo entrena para manipular una pistola, mucho menos a usarla contra los suyos.

Le enseña el Padre Nuestro, lo enseña a orar, le enseña las tablas de multiplicar, sumar, restar, colorear, pero nunca a odiar.

Un papá se hace matar por sus hijos, jamás los enseña a matar…

Pero nos sorprendió con crudeza la noticia de un pequeño de apenas 12 años quien, en una confusa discusión familiar en plena carrera 15 con calle 56 de Bucaramanga, decidió atacar de manera letal, a tiros, a un tío.

Todos callamos, aguardamos a ver qué pasaba. Aún no pasaba nada…

‘Es muy cruel usar a un niño para la muerte’

El 18 de noviembre pasado, una cámara de seguridad grabó el instante en que Edwin Javier Campos Arenas, empuñando un arma de fuego, disparó en repetidas oportunidades contra una pareja que lo enfrentaba sobre una acera de la convulsionada carrera 15 con calle 56, en el concurrido sector de Sanandresito La Isla.

Casi en el instante en que se giraba, creyendo que dejaba sumidos en el terror a sus adversarios (una hermana, su cuñado y su sobrino impúber) recibió dos balazos. Uno le atravesó el cuello.

Se volteó -quizá viendo pasar sus 40 años de vida por la retina- mientras el cuerpo se le iba apagando paso a paso, hasta que cayó de bruces sobre la calle 56, en el estertor de la muerte.

Allá donde fue atacado, un pequeñín guardaba el fierro y se iba con sus papás. Las imágenes que de manera irregular filtraron a las redes, con cada visualización le quitaba peso a la prueba reina dentro de un delicado proceso que involucra a un menor y sus padres. Ese corto video fue analizado por dos fiscales y la psiquiatra forense Nohoralba Beltrán. Cuál más sorprendido.

“Se percibe algún grado de entrenamiento, uno no se espera que un niño maneje un arma así; debe venir de una familia que lo utiliza y eso es lo triste, cruel, que usen a un impúber para esos fines. Estamos en un medio social complejo. Cada día es peor el irrespeto por la vida”.

Los hechos lo ratifican con sangre. La psiquiatra apenas procesa la charla sostenida con aquel jovencito de 15 años quien asesinó a su hermano porque se le ponía la ropa, tragedia que se escenificó en una residencia del barrio El Páramo de Floridablanca, cinco días antes.

Ya el 9 de noviembre, otro adolescente acuchillaba a su papá en una casa del barrio Asomiflor, “por defender a su mamá y a su hermana embarazada”.

Más grave aún son las huellas que van quedando del actuar. Aposteriori, el menor crecerá y en algún momento, dice la experta, “se dará cuenta lo que sus papás en esas demostraciones de narcisismo absoluto, le permitieron hacer. Entonces podrían ocurrir varias cosas. Uno, si crece en ese entorno, tal vez piense que las cosas se pueden resolver como ya alguna vez lo hizo; dos, puede que se sumerja en una profunda depresión por quitarle la vida a una persona, se preguntará: ¿por qué fui capaz de eso…?”

O tal vez, por esas cosas de la vida, encuentre la manera de salir del dilema, superarlo, construir. “Ojalá no quede con ningún miembro de esa familia, porque se perciben niveles de violencia muy grandes. Aeso hay que sumarle el machismo de esta región donde se ufanan de cortar el agua con machete”.

¿Y sus derechos?

Aunado a los asuntos del ser, de lo psicológico y psiquiátrico, está el tema legal, porque las autoridades tendrán que determinar responsabilidades.

Es claro que hay una omisión de los padres, quienes de acuerdo con el Artículo 25 del Código Penal, no hicieron nada para evitar la tragedia; a lo cual tendrán que responder por una presunta omisión y ni qué decir de otros factores que se perciben: ¿por qué está ese niño allí, armado; para qué lo llevaron; fue casualidad; quién le dio el arma; de quién es; por qué está en manos de un impúber; acaso pensaron los mayores que si lo atrapaban a o la usaba, como sucedió, no ocurriría mayor consecuencia?.

“Es un impúber, una persona que no está en capacidad de tomar una decisión como esa, de evaluar las consecuencias de sus actos, es un incapaz frente a las normas y con base en ello tendrán que restablecerse sus derechos. Será el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, la entidad que deberá asumir esa gestión” afirmó un fiscal consultado.

Un niño no es sujeto de responsabilidad penal

Y si ahondamos más allá del sujeto objeto de responsabilidad penal, el menor actor de la conducta no lo es ni bajo la Ley 1098 de 2006 ni la 906 de 2004. Sin embargo, el artículo 143 de la Ley 1098 de 2006 indica que debe dejarse a disposición del comisario de familia adscrito al Icbf, para que se activen los protocolos dispuestos.

“Un equipo interdisciplinario de psicólogos, psiquiátricos, trabajador social y demás tendrá que analizar si se activa el restablecimiento de sus derechos. Debieron crear la noticia criminal con los actos urgentes, para recoger entrevistas, videos de cámaras de seguridad e identificar al sujeto activo de la conducta”.

El Fiscal tendrá que determinar que se trata de un inimputable y enviarlo ante un profesional competente. Incluso se habla de responsabilidad civil con los familiares del occiso.

Pero la psiquiatra Beltrán piensa que de alguna manera hay un halo de ‘normalización’ de estos comportamientos errados. La desesperanza son los entornos de pobreza que alimentan estas acciones. ¿Usted qué piensa?

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