Por Joselyn Osorio
Santandereano que se respete, alguna vez se ha deleitado con las deliciosas habas que vende don Pedro Elías Duarte, junto al semáforo de la carrera 33 con calle 52 de Cabecera, en Bucaramanga.
¡La gente lo adora! Y como no, si ese ha sido el lugar de trabajo del popular ‘Habitas’ -como le dicen de cariño-, desde hace casi 42 años. Pero nadie se imagina el conmovedor ‘historial’ de este aguerrido hombre, un personaje histórico de ‘La Bonita’.
Su infancia. ‘Habitas’ nació el 2 de noviembre de 1949, en la ‘Ciudad Búcara’. Es el único hijo de María Antonia Duarte, una bumanguesa quien se dedicó a ‘pulir’ las casas más ‘dediparadas’. “Fui muy ‘locato’, desde los 5 añosmesalía de la casa”, es lo primero que dice, con una pizca de picardía, cuando empieza a recordar su crianza. Pero en un abrir y cerrar de ojos, se le entrecorta la voz y sus ‘pupilas se cristalizan’ de tristeza.
Su Talón de Aquiles.
“A mi mamá de tanto mojarse y acalorarse en las cocinas, se le puso ‘negativa’
la sangre…le dio lepra (suspira profundo)”. Cuando apenas tenía 8 años, a su
‘mamita’ -quien lo ‘arriaba’ solala internaron en el tan conocido Hospital San Juan de Dios (Bucaramanga).
Mientras a él le dieron ‘techo’ en el área infantil de allí. Sin embargo, su espíritu rebelde
no le permitía mantener la compostura en un lugar donde debía ‘reinar’ el silencio. “Por eso el síndico le dio permiso a mi vieja pa’ que fuera donde el Juez de Menores y me diera cupo
en el Asilo Santa Teresita (Bucaramanga)”, revela en medio de lágrimas que reflejan cómo se le ‘arruga’ el corazón, al traer a su mente -quizá- el recuerdo más triste de su vida.
“Duré allá como 6 meses, me ‘volé’ y logré que le dieran salida; nos fuimos a vivir al barrio Girardot”, habla un poco más recuperado, con la satisfacción del deber cumplido.
Pero como si sus sentimientos estuvieran ‘borrachos’ a bordo de una montaña rusa, rompe en llanto cuando recuerda que a sus 9 años se consiguió $10 para comprarse una carga de piña. “La vendía cama por cama en el hospital, a 5 centavos la tajada”.
De espíritu libre. Fue mucho lo que deambuló solo ‘Habitas’…vivió en Barrancabermeja, Santa
Marta, por poco lo adopta una pareja ‘paisa-zapatoca’ y hasta se paseó unos meses por Europa con un matrimonio de suizos.
Pero cuenta que cuando llegó “ya con 13 años, me puse de ‘pingo’ a tirar piedra. Y estuve casi 2 años en una Casa de Menores en la Costa”.
La calle: su vida. Pedro Elías -aún ‘locato’- empezó a vender habas en 1966, cuando tenía 17. Desde entonces, empezó a recorrer Bucaramanga, Girón, Piedecuesta, Chucurí, Sabana de Torres, Málaga, Rionegro… mejor dicho no ‘pelaba’ feria.
Asevera con energía que antes de tener su primera moto, se recorría toda ‘La Bonita’
a pie. “A veces me hacía dos recorridos en el día”.
Doña María Antonia murió en Contratación (Santander), en 1970. Justo cuando ‘Habitas’ parecía haber sentado cabeza. “Yo no le hago más a la calle”, recuerda que dijo. No pudo darle el último adiós.
“La conocí en ‘Los tres golpes’”. Desde hace 4 años, vive con su esposa en Piedecuesta.
Resulta chistoso que recuerda con exactitud la dirección del restaurante donde la conoció, y no la fecha de nacimiento del primero de sus cuatro hijos.
“El primer hijo vino el 28 de julio de 1972… (dijo ‘Habitas’). *No señor, acuérdese de
Miriam”, reviró Carmela Espinosa Caballero, entre risas.
‘Carmelita’ es su brújula. Hasta hace un tiempo ella era quien le fritaba y arreglaba
las habas. Y por si fuera poco, -reconoce- le tocó luchar con los ‘chinos’, mientras él no
quería salir de los casinos.
“Yo lloraba por el camino a casa, le suplicaba a Dios que me quitara ese mal que
me arrancaba la ‘platica’”, y le pide perdón con el ojo agua’o.
‘Habitas’ hay pa’ rato. “Uno se puede ganar entre 50 y 60 al día. Si vendo el cajón,
me gano 100 pesos (100 mil)”. Pese a que las ganancias han disminuido, el
chiquitín ‘regordetico’ no quiere dejar la calle. Ni porque el 8 de marzo pasado hayan
‘inundado’ las redes sociales con condolencias tras el rumor de su muerte.
“Si viera que una vez me operaron en el Hospital González Valencia -recién inaugurado-
y se fue la luz. Dijo el Dr. Barco: ‘Hasta aquí llegó ‘Habitas’, y subió la palanca de la planta (de energía)”, recuerda entre risas.
Hoy, Pedro Elías Duarte estará alardeando con sus amigos del semáforo de la 33 con 52, este sentido homenaje. Lo consiguen de lunes a sábados, de 3:30 a 6:00 p.m, ofreciendo sus famosas ‘avispas’ o ‘habitas’.
“Compartir con la gente es mi alegría, mi hobby. El pensamiento mío es darle hasta
donde Dios lo permita”. ¡’Parestas’!