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Un ángel llamado Felipe fue el encargado de traer a Montanini al Atlético Bucaramanga

Felipe Zarruk, en una columna publicada el 2 de abril de 2023 por Vanguardia, reveló cómo se gestó la llegada de Américo Montanini al cuadro ‘Leopardo’.

Soplaba el viento frío aquel mes de agosto de 1956 y Américo Montanini se fue para el centro de Buenos Aires a realizar unas vueltas del frigorífico en el cual trabajaba. Américo laboraba en dicho lugar (ubicado en el barrio Mataderos) que se llamaba Lisandro de la Torre, el cual fue devuelto a la municipalidad de Buenos Aires ese año y desde su fundación en 1923 era una empresa estatal.

Montanini tenía 23 años y hacía dos que se había retirado del balompié activo por culpa de una lesión muy delicada en su columna vertebral cuando jugaba en las reservas de River Plate ante Newell’s Old Boys en Rosario.

El diminuto interior izquierdo se rompió el quinto disco lumbar, lo que le impidió debutar en la primera categoría del conjunto ‘millonario’.

Jugaba al lado de Omar Sívori y del ‘Monito’ Zárate, entre otros, pero la lesión le obligó a retirarse y a trabajar en el mismo lugar donde había laborado su papá, quien se llamaba como él.

Un ángel llamado Felipe fue el encargado de traer a Montanini al Atlético Bucaramanga

Américo hizo un par de diligencias y cuando se marchaba sintió que alguien le tocó el hombro, era ‘El judío’ Felipe Stemberg, quien había jugado desde 1947 en River y por obvias razones conocía a Américo. Le comentó que estaba jugando en Colombia para un equipo llamado Atlético Bucaramanga y le propuso que se viniera a nuestro país para que hiciera parte del onceno santandereano. “Tas loco vos? ¡Yo hace dos años que no toco una pelota!”.

Stemberg insistió, pero Américo se mantuvo en su posición y, además, le dijo que estaba muy gordo y en esas condiciones era muy difícil jugar.

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Antes de la despedida, Montanini le dejó su dirección y se marchó a casa ya que debía tomar el tren con rumbo a Mataderos.

A los pocos días, Felipe Stemberg tocó en la puerta de la casa de la familia Montanini Ruetti, ubicada en la calle Timoteo Gordillo 24-41, y cuando Américo abrió la puerta, lo primero que vio fue el rostro de Stemberg, quien no renunciaba a que Américo le diera el sí.

Esa mañana lo convence, se comunica con los directivos encabezados por Rafael Pérez Martínez, Manuel José Puyana y Luis Fernando Sanmiguel, alistaron papeles, pasaportes, timbres, sellos y el jueves 13 de septiembre de 1956 Américo se despidió de doña María, su mamá, y se embarcó en un viaje que ha durado 67 años. ¡Casi nada!

Un ángel llamado Felipe fue el encargado de traer a Montanini al Atlético Bucaramanga

‘El judío’ Stemberg fue un gran jugador de River Plate y de Millonarios, es más, está entre los mejores extranjeros de la historia del cuadro ‘embajador’.

Se dio el lujo de jugar con Carrizo, con Ochoa, con Moreno, con Loustau, con Pedernera, con Pini, con ‘Cobo’ Zuluaga, con Rossi, con Labruna, con Báez, con Cozzi, con Di Stéfano.

En este par de equipos no jugó con cualquiera, jugó con monstruos del balompié argentino, colombiano y con baluartes de talla mundial.

Aunque en este escrito quiero resaltar que Américo Montanini cumplió 90 años, el objetivo no era otro que agradecerle a un ángel llamado Felipe Stemberg, porque gracias a él, a su insistencia, el Atlético Bucaramanga tuvo en sus filas al jugador más genial de todos los tiempos, también a su goleador histórico. Mi madrina Gloria Hinestroza se casó con un hombre ejemplar, sus hijas María Claudia, Marta y Gloria tuvieron al mejor de los padres, la multitudinaria hinchada al mejor de sus ídolos y la ciudad a su tesoro mejor conservado.

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