La tienda de ‘Lolita’ es la más antigua de Floridablanca. Han sido más de 60 años de servicio los que ha prestado esta santandreana, quien cumplió, en los últimos días, 87 años.
Aunque todos la llaman por su apodo, el nombre de esta destacada mujer es Dolores Vargas Torres.
La historia de su ‘negocito’ es un ejemplo de ‘berraquera’ propio de la mujer de esta región. De hecho, en su local está la placa del registro 003 de Industria y Comercio, que acredita que es la tienda más antigua del municipio que aún logra sostenerse.
Siendo una octogenaria, esta florideña sigue al pie del cañón, atendiendo su micromercado de la mano de su par de hijas. “Esta tienda me permitió ser una mujer independiente y buscar el sostenimiento de mis hijas”, contó Dolores.
Una visionaria
Doña Lolita fue una mujer adelantada a su época, que desde muy joven, quiso salir adelante y forjarse su propio camino sin depender de los hombres.
“Mi padre tenía una propiedad muy grande. Él tenía sus negocios y yo siempre estuve ahí ayudándolo, hasta que pensé: ¿Yo qué hago acá, haciéndome vieja sin tener lo mío?, entonces me animé a sacar mi propia tiendita”, dijo Dolores.
Fue así que esta mujer a los 27 años usó un mostrador y una nevera de un proyecto fallido de tienda que tuvo su familia. Sin embargo, no sabía qué hacer para poder tener su negocio.
“Mi madrastra y yo teníamos dos marranos, los engordamos y los vendimos. Con la plata de eso nos dieron 30 pesos, yo le di su parte y el resto lo usé para el negocio”, contó.
La tienda se fue viento en popa. Su éxito fue tanto que le pagó arriendo a su padre hasta que pudo trasladar su negocio a su propia casa
Una madre echada pa’ lante
Lolita se casó a sus 30 años, tuvo dos hijas, que aún viven con ella. Con el fruto de sus esfuerzos se compró su propia casa y ahí fundó su tienda, nuevamente. Por seís décadas ha mantenido su negocio. Fue madre soltera, pues se separó muy joven.
“Mi mamá me enseñó a salir adelante, a no decaer en tiempos que parecen malos”, señaló Rubiela Álvarez, una de sus hijas.
