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El panorama desolador que dejó incendio en Luz de Esperanza, Bucaramanga

Las humildes viviendas, construidas en su mayoría con tablas y latas de zinc, quedaron hechas escombros y cenizas. Algunas de estas familias ya habían sido afectadas por una conflagración ocurrida el 27 de noviembre de 2011. Con esfuerzo levantaron su ‘ranchito’ pero volvieron a ser destruidos por las llamas.

Un panorama desolador se vivió la mañana del domingo en el asentamiento humano Luz de Esperanza, en el Norte de Bucaramanga. Ocho familias lo perdieron todo en un inclemente incendio que los sorprendió en horas de la madrugada.

Las humildes viviendas, construidas en su mayoría con tablas y latas de zinc, quedaron hechas escombros y cenizas. Algunas de estas familias ya habían sido afectadas por una conflagración ocurrida el 27 de noviembre de 2011. Con esfuerzo levantaron su ‘ranchito’ pero volvieron a ser destruidos por las llamas.

Era alrededor de la 1:30 de la madrigada cuando los habitantes se sobresaltaron con las llamaradas de humo. El fuego se estaba propagando desmedidamente arrasando con todo a su paso. Mientras unos socorrían a quienes estaban dentro de las casas que se estaban quemando, otros corrieron con baldes y mangueras para evitar que se extendiera, pero se salió de control.

Doce unidades del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Bucaramanga emplearon 6 mil galones de agua para controlar la conflagración.

Por fortuna el cuerpo de Bomberos Voluntarios de Bucaramanga acudió oportunamente al llamado de emergencia y evitaron una tragedia. Hasta pasadas las 5:15 de la mañana pudo liquidarse por completo el fuego y no hubo pérdidas humanas que lamentar.

“Se desplazó inicialmente una máquina que estaba en San Francisco y otras dos de la estación central. Estuvimos doce unidades controlando el fuego y se gastaron aproximadamente 6 mil galones”, señaló el teniente Édgar Ochoa, comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Bucaramanga.

Necesitan una ‘luz de esperanza’

Ya con la claridad del día, los habitantes del asentamiento del barrio Colseguros observaban abatidos el desastre que dejó la tragedia. Los enseres calcinados, las pocas paredes que quedaron en pie, el humo de algunas tablas de madera que seguían ardiendo y las latas de los tejados que quedaron intactas, eran la escena que fotografiaban los agentes de la Unidad Antioexplosivos del CTI de la Fiscalía.

Caminaban entre los callejones que dividen a las casas quemadas-la número 13, 14, 28, 29, 30, 31, 32 y la 36-, para orientar a los funcionarios de la Alcaldía de Bucaramanga que llegaron entregar las ayudas y realizar un listado de las víctimas.

“Afortunadamente los daños fueron materiales y gracias a la solidaridad de los vecinos no hubo ninguna vida perdida. Actuamos de manera responsable con la comisión de gestión del riesgo y llevamos colchonetas, frazadas, kits de cocina y kits de aseo. Agradecemos a los vecinos que los acogen hoy para que tengan un techo donde dormir”, indicó José David Cavanzo, jefe de gobernanza de la Alcaldía de Bucaramanga.

Las ocho familias afectadas fueron censadas por la Defensa Civil. Sus ‘ranchitos’ que levantaron hace 22 años cuando llegaron a la invasión, ubicada en el barrio Colseguros, quedaron hechos cenizas y escombros.

Un joven provocó el incendio

El presunto responsable de provocar el incendio en el asentamiento, fue capturado horas después del hecho en el barrio Kennedy. El joven de 26 años residía en la casa número 36, donde se inició el fuego.

Según lo manifestado por la comunidad, se trata de “un hombre problemático y consumidor de drogas”. Al parecer en reiteradas ocasiones había intentado prenderle fuego a su casa.

“El muchacho desde ayer como que trajo muchos trapos y los amontonó. Primero les prendió candela y luego se colgó, se quería matar. Unos muchachos se dieron cuenta y lo soltaron, pero el fuego prendió muy rápido, no lo pudimos controlar”, contó bajo reserva uno de los habitantes del asentamiento. El joven fue presentado ante la Fiscalía para judicializarlo por el delito de incendio y daño en bien ajeno.

Los testimonios de los damnificados

Miriam Rueda, de 67 años, estaba durmiendo sola en su casa cuando sus vecinos tumbaron la puerta para sacarla del lugar.

“Mi esposo estaba en el campo donde un familiar. Yo solo escuché cuando gritaban mi nombre y que me saliera”, contó afligida.

Es la segunda vez que se queda sin hogar, en el 2011 su casa fue consumida por un incendio causado accidentalmente.

“Siempre hemos vivido aquí, yo no me quiero ir. Quiero que me ayuden a levantar mi casita otra vez”, añadió la adulta mayor.

Richard Camargo, otro de los afectados, tuvo que separarse de su hija. En el apartamento en el que lo alojaron solo puede quedarse con su esposa, ella también tuvo que enviar a sus hijas con unos familiares suyos.

“Nos toca empezar de cero. También llevábamos varios años aquí y a mi esposa también ya se la había prendido la casa en el 2011 y con esfuerzo la volvió a parar. Esta persona que hizo esto causó mucho daño”, lamentó.

La lucha por la legalización como barrio

En Luz de Esperanza hay 145 familias radicadas desde hace dos décadas.  Laura Patricia Velásquez, líder del asentamiento, manifestó que desde hace muchos años solicitaron a la administración municipal la legalización para que se constituya como barrio.

“Ya parece que nos aceptaron la solicitud, solo falta el estudio de suelos. Hoy nos sentimos acogidos por todos los entes y entre la comunidad vamos albergar a las familias afectadas”, dijo.

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