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La búsqueda de Rosalba Velandia llegó hasta Bogotá

Rosalba Velandia completa 15 días de desaparecida y Sergio Velandia, su hijo menor, no ha escatimado esfuerzos en buscar ayuda. Llegó hasta la ciudad de Bogotá para descartar que no esté allá. Aquí en Santander, la buscan ahora por el Embalse de Topocoro.

Hace 15 días Rosalba Velandia, de 56 años, salió de su vivienda en el barrio La Candelaria de Piedecuesta y desde entonces no ha vuelto.

Sergio Velandia, su hijo menor, no ha escatimado esfuerzos en buscar ayuda para encontrar a su mamá, y no desistirá hasta que vuelva a verla. Confía en que está sana y con vida.

Por eso, determinado en su anhelo, llegó hasta la ciudad de Bogotá, para pedir a los grandes medios del país difundir la desaparación de Rosalba y descartar que no esté deambulando en las calles de la capital.

“Yo estoy haciendo todo lo que esté a mi alcance, no me importa lo que me cueste, los días que me demore. Cada día se hace más complicado, sin tener tranquilidad, sin saber donde esté. Yo se que mi mamá va a aparecer, y va a aparecer con vida”, expresó Sergio en el más reciente video que grabó.

Los rastros de Rosalba

El pasado jueves 14 de julio, Rosalba salió de su casa en horas de la noche, estaba sola. Vive con un hermano pero se encontraba viajando. Ningún vecino supo dar razón de qué ruta tomó, al parecer nadie la vio.

Una vez las autoridades desplegaron su búsqueda, en videos de cámaras de seguridad la mujer fue captada caminando en diferentes lugares.

Su primer rastro es del sábado 16 de julio a las 4:43 p.m. Rosalba se ve en las imágenes transitando por la calle 13 con carrera 6 de Piedecuesta.
Luego, a las 6:53 p.m., otra cámara la visualiza por el sector del ‘Buey’ a la salida de Piedecuesta.
Y ese mismo día se confirmó que emprendió camino hacia el sur de Santander. Rosalba apareció en videos de una cámara de un establecimiento comercial ubicado por la vía nacional. Se sentó en una mesa, pidió algo de beber, luego se paró de nuevo y continuó su camino.
La última pista de su paradero es del siguiente día, el domingo 17 de julio, en horas de la tarde, pasó por el peaje de Curos. Rosalba caminaba a paso lento, con un poco de dificultad o quizá cansada por el largo trayecto que ya llevaba. A partir de ese último rastro todo ha sido incierto.

La buscaron por el río Umpalá y Chicamocha

Ese domingo, por petición de Sergio Velandia, un club de moteros salió desde la estación de servicio ‘Tiger’ de Floridablanca para recorrer los distintos corregimientos cercanos a Piedecuesta y Curos. A su vez, organismos de Socorro emprendieron la búsqueda por los municipios de Curití, Jordán Sube y el sector de Curos.

Se dispusieron de 30 unidades de búsqueda entre Bomberos, Defensa civil la Policía y operativos de Gestión del Riesgo para hacer el barrido por esa área.

Los rescatistas enfocaron las labores de barrido en caminos veredales y los ríos Umpalá y Chicamocha pero no tuvieron suerte, informó Julián Arismendi, técnico operativo de la Oficina de Medio Ambiente y Gestión del Riesgo de Piedecuesta.

Luego de esa intensa búsqueda, Sergio viajó a Aratoca, donde aseguraban haber visto a Rosalba por el sector de Pescadero pero tampoco tuvo éxito. “Ninguna pista ha sido concreta, mucha gente nos dice que la vieron pero no hemos conseguido nada”, manifestó el joven.

Por eso decidió viajar a Bogotá para acudir a las principales entidades y pedir refuerzos. “Estuve en la Sijin y en Medicina Legal, también estuve en la Alcaldía Mayor”, contó.

¿Por qué Rosalba salió de casa?

Según contó a Q’hubo Sergio Velandia, desde hace año y medio su progenitora viene sufriendo de depresión “a causa de una relación y también por la pandemia”.

Decidió llevarla a una Clínica Psiquiátrica donde le realizaron varios exámenes y le enviaron un tratamiento al que reaccionó bien.

“En esa última semana le fuimos quitando la droga porque ya estaba más tranquila, solo se veía cabizbaja”, contó a Q’hubo la nuera de Rosalba.

Sin embargo, en los últimos antes días antes de desaparecer, notaron que la mujer tuvo algunos comportamientos extraños.

“Un día estaba leyendo la Biblia y se nos hizo extraño. No quería hacer las labores que siempre hacía, como cocinar, pero en últimas las terminaba haciendo. Lo que sí tenemos claro es que ella no era de caminar, no andaba ni una cuadra. Si alguien la invitaba a algún lado ella decía que no, no le gustaba salir pero nunca mostró indicios de hacer locuras o querer irse de la casa”, agregó Milena Mendoza.

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