Hace 20 días había sido capturado por la Policía en el barrio Nueva Esperanza de Barrancabermeja, al ser sorprendido con droga.
‘Parceros’ y familiares cuentan que Brayan quería enderezar su camino. Tenía miedo de terminar en la cárcel o muerto.
Pudo evitar lo primero pero no se salvó de lo segundo. Lo sentenciaron y cumplieron y los sicarios cumplieron su objetivo.
No lo dejaron a su suerte
La tarde del sábado, Brayan se encontraba allí mismo, en La Nueva Esperanza. Estaba en la casa de una tía.
Los matones sabían bien dónde encontrarlo, siempre frecuentaba esa zona.
Brayan estaba sentado en un muro. Los asesinos lo acechaban de lejos, vieron que el lugar era propicio, un callejón apartado que colindaba con zona boscosa.
Caminaron sigilosamente hasta donde estaba y jalaron el gatillo sin la mínima contemplación.
7 tiros sacudieron las humildes viviendas del barrio. Dentro de sus casas, los vecinos estaban horrorizados preguntándose a quién habían masacrado.
Una vez dejaron de ‘totear’ las balas se supo lo que ocurrió. Balearon a Sosa.
Poca gente se atrevió a salir, no se sintieron seguros hasta que llegó la Policía.
Hasta el Mayor Carlos Ardila Pérez, Comandante de la Policía del Magdalena Medio, hizo presencia en el lugar.
La zona fue acordonaba mientras los agentes del CTI inspeccionaban el cadáver de Brayan.
Quedó recostado, bocarriba con sus pies aún sujetos al muro.
Un hincha fiel del Alianza Petrolera
“Sosita”, como le decían sus amigos a Brayan, era un aficionado al fútbol y un hincha fiel al Alianza Petrolera.
Un amigo contó que sentía que la ‘muerte’ lo perseguía:
“hablamos ese sábado y me dijo que no se sabía que podía pasar, que un día estaba, al otro podría que no”.
