Olvidado y abandonado por los que eran sus seres queridos, Saúl encontró refugio en una humilde casa y con el tiempo supo ganarse el estima de los habitantes del barrio.
“Lo querían mucho por aquí porque les hacía mandados a todos, así se ganaba el bocado del día y de vez en cuando para sus guarapitos
“Nunca se veía mal trajeado;siempre lúcido, gozaba de buena salud a su edad, caminaba mucho”, contó una vecina de Balcones de Alares.
Por eso quedaron estremecidos cuando el lunes en la tarde lo vieron caer de un andén.
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Corrieron de inmediato para auxiliarlo, pero cuando se acercaron su corazón ya no latía. Murió de inmediato.
Entre consternación y tristeza los habitantes de Alares observaban cómo los agentes de la Sijin lo envolvían. De lejos despidieron a “Churquita”; así le decían de cariño a Saúl.
No saben qué le pasó, supusieron que habría sufrido un paro cardíaco pero según dijeron las autoridades, Saúl habría estado consumiendo bebidas embriagantes y se le habrían ido ‘las luces’ sufriendo la fatalidad.
“Ese día en la mañana lo vi en la tienda. Él todos los días le ayudaba a la vecina con los mandados.
“Qué triste que le haya pasado eso. De pronto ya era su hora…”, comentó afligida una conocida.
Marcelo Vera, un hermano de Saúl, fue el único familiar que apareció para identificarlo y encargarse de las gestiones para darle cristiana sepultura.
“Nosotros nacimos en Aratoca, pero nos vinimos hace muchos años para Bucaramanga. Tuvo hijos y mujer pero algunos murieron y luego se fue a vivir solo. Nunca más volvieron a aparecer. Saúl trabajó casi toda su vida en construcción”, contó Marcelo.
