Sobre las 10:00 de la mañana de este jueves, un atroz crimen se registró al interior de un apartamento en la calle 51 con carrera 20, del barrio La Concordia en Bucaramanga.
Lucía Juliana Pinto habría sido asesinada por su propio hijo Pablo Julián Lozano Pinto, quien fue capturado y les manifestó a las autoridades que él le propinó las lesiones a su mamá. En la mesa del comedor las autoridades hallaron el arma blanca con la que se cometió el asesinato.
Este hecho hace recordar los asesinatos entre familia que han ocurrido en Santander, hijos que matan a sus padres, padres que matan a sus hijos… Historias desgarradoras. Aquí les recordamos algunas, sin contar los femenicidios:
Asesinó a su hijo en una iglesia en Cite
Uno de los episodios más escabrosos ocurrió el 8 de abril de 2018, cuando Felipe Santiago Luengas, de 54, años, llevó a su pequeño de dos años a la eucaristía dominical en el corregimiento de Cite, Santander, y una vez terminada la celebración conversó con el párroco y luego degolló a su hijo con un bisturí.
Tras cometer el crimen, con la misma arma, el hombre se intentó suicidar pero fue estabilizado en un centro médico de Tunja. Se conoció que en la misma valoración médica realizada al agresor se descartó que el asesinato haya sido perpetrado bajo los efectos de drogas o alcohol; es decir, esta persona estaba en pleno uso de sus facultades.
Sobre los móviles que desencadenaron esta situación, en ese entonces el comandante de la Policía de Santander, coronel Jaime Escobar, informó que “conforme a los antecedentes recolectados entre las personas que conocen a esta familia, se evidenció que se rompió la relación de esta pareja, se habían separado. Hubo un hecho de riña que se presentó en la mañana (domingo), el señor estaba con el niño con el visto bueno de la madre y desafortunadamente se presentó el hecho”.
Todo parecer indicar que el individuo habría cometido el asesinato en un momento de ira para vengarse de la mamá del menor, quien decidió dar por concluida la relación.
Acuchilló y quemó el cadáver de su padre en Girón
Otro de los hechos más sonados ocurrió el 27 de marzo de 2015, al interior de una casa del conjunto residencial Alicante, en Girón, cuando Luis Fernando Pinto García, mató a su padre, identificado como Jesús María Pinto Anaya.
De acuerdo con el relato de las autoridades, Luis Fernando tomó un cuchillo y le propinó 20 puñaladas a su padre. Luego envolvió el cadáver en dos sábanas y lo subió en la carrocería de la camioneta que era de la víctima; no sin antes limpiar la escena del crimen con agua y jabón.
Posteriormente se desplazó hasta la vereda San Felipe, en zona rural del municipio de Lebrija, donde quemó la ropa de la víctima, la ropa que tenía puesta cuando cometió el crimen, los trapos que usó para limpiar la sangre en la casa y el celular y los documentos del occiso.
El 28 de marzo, varios campesinos hallaron un cuerpo, el cual estaba completamente calcinado y días después el joven regresó a la Sijin y a través de una declaración juramentada confesó que había sido el autor del atroz asesinato.
Durante el proceso de audiencias, el asesino se vio involucrado en un accidente en Lebrija, en el que murieron dos motociclistas. Además de los cargos por el crimen de su padre, fue aprehendido por homicidio agravado.
Madre mató a su bebé en Piedecuesta
El tercer crimen familiar más sonado ocurrió el 10 de junio de 2009, cuando Johana Macías, de 24 años, madre del bebé Esteban Alejandro, denunció que le habían secuestrado a su hijo, de apenas 7 días de nacido.
Durante las indagaciones, la madre de Esteban aseguró que una mujer y dos hombres, llegaron a su casa, los sacaron a la fuerza y los subieron a un viejo carro azul, rumbo a la invasión Nueva Colombia.
Tras las denuncias, las autoridades integraron un gran grupo de búsqueda para dar con el paradero del niño y el 12 de junio, dos días después del presunto secuestro, cerca de 4 mil personas salieron a marchar por la liberación del menor.
Sin embargo, seis días después del supuesto secuestro, el 16 de junio de 2009, sobre 1:00 de la tarde, Macías confesó ser la autora del crimen de su propio hijo. La mujer llevó a los investigadores del Gaula hasta el sitio exacto en el que arrojó el cuerpo del bebé, un sitio árido en la vía que de Bucaramanga conduce a San Gil, en el sitio conocido como Pescadero.
Mandó asesinar a su abuela en Bucaramanga
El sábado 23 de marzo de 2013, a pocos metros de la Funeraria San Pedro y la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, una mujer de 90 años, identificada como María Antonia Parra Rivera, fue asesinada de un tiro en la cabeza, mientras caminaba por el sector junto a su hijo de 70 años, como lo hacía todos los días a la misma hora.
En principio se creyó que el homicida quería robarle un anillo de oro blanco con diamantes, avaluado en cerca de $30 millones, sin embargo, este nunca fue hurtado y arrancó un proceso investigativo para conocer los móviles del crimen.
Durante la recolección de pruebas, funcionarios de la Sijín capturaron a los cuatro sicarios que ejecutaron el asesinato. Cristian David Olivo Eslava, de 31 años; Geovanny Lisandro Castro Rincón, de 29 años y Eduardo Gallardo Valero de 44 años fueron detenidos en Cúcuta y Carlos Arturo Rivas Velasco, de 30 años en el Valle del Cauca.
Al verse acorralado, Luis José Mantilla Castro, nieto de la víctima, a través de sus abogados hizo contacto con las autoridades y se acordó su entrega. El miércoles 11 de septiembre lo hizo ante la Personería del municipio de Pamplona, en Norte de Santander. De allí fue trasladado a Bucaramanga.
Luego de la confesión de Mantilla Castro, se conoció que él la habría mandado asesinar para conrar una herencia cercana a los $2 mil millones, representados en bienes inmuebles y dinero en cuentas bancarias. El hombre fue condenado a 17 años de prisión.
Mató a su mamá con un hacha en Floridablanca
El 11 de agosto de 2008, Omar Rodríguez, de 40 años, residente en el barrio la Paz de Floridablanca, asesinó a su madre, María Albertina Carreño de un hachazo en la cabeza cuando ella se encontraba sentada en la puerta de su vivienda.
Según las autoridades, luego de cometido el crimen, Rodríguez la emprendió con todo el que se le atravesó. Buscó en el segundo piso a sus pequeños sobrinos, a la nuera y al hermano con quien terminó enfrentándose.
En ese entonces, el comando de la Estación Floridablanca estaba contiguo al barrio y por eso en menos de cinco minutos una patrulla motorizada llegó a la vivienda de los Ortiz Carreño, una construcción en obra negra enclavada en la parte baja del barrio y demarcada en la calle 201B Nº 19-10.
En el barrio aseguraron que tanto madre como hijo sufrían desequilibrios mentales, pero lo que en realidad les preocupaba era que todos los días Omar le sacaba filo al hacha en el esmeril, arma con la que terminó acabando con la vida de su progenitora.