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Conozca las historias de personas sepultadas de pie en Santander

Ser sepultado de pie era un rito de los masones en el siglo XIX, y Santander no fue ajeno a dicha tradición. “Era una manera de mostrar que eran personas que no se le doblegaban a nadie y estaban firmes hasta la muerte, la masonería fue fuerte en el siglo XIX y parte del XX, principalmente en la zona del Socorro”.

Antes de morir, el legendario Conde del Cuchicute pidió ser enterrado de pie, en su hacienda Majavita, en Socorro, Santander, porque ni a la misma muerte se le arrodillaría… Han pasado casi 78 años.

El Conde fue asesinado el 21 de julio de 1945 por un exadministrador de su finca, Constantino Aparicio, quien le asestó 17 puñaladas y dos machetazos en la cabeza.

Cuenta la leyenda que el fantasma de José María Rueda Gómez, nombre de pila del conde nacido en San Gil en 1871, aún se pasea a caballo por su finca y por las calles de la capital comunera.  

Desde entonces poco se había escuchado de un sepelio de pie en Santander -una tradición muy común de los masones-, hasta el pasado miércoles cuando un hecho atípico causó revuelo en Mogotes.

A las 2:00 de  la tarde, sin presencia de un sacerdote, sin eucaristía previa, solo ante los rezos de amigos y conocidos, el féretro con el cuerpo de Luis Gerardo Vásquez, fue descendido de manera vertical en una fosa circular de unos tres metros de profundidad y un metro de diámetro.

Vásquez, un reconocido comerciante del pueblo guanentino, fue asesinado dos días antes cuando se dirigía a su finca El Porvenir, en la vereda La Palma.   Pistoleros se le acercaron y le atinaron varios balazos.

Su muerte fue polémica, pero aún más la decisión de su esposa de sepultarlo parado.

Muchos familiares se negaron a este sepelio, al igual que los representantes de la iglesia del pueblo: “dadas las circunstancias y según las exigencias de su familia en el requerimiento de un entierro no convencional, que no corresponde al ritual católico cristiano, y después de las respectivas consultas, nos eximimos de cualquier responsabilidad y se permite a la familia realizar las exequias en el rito que ellos mismos han elegido a su criterio y parecer, por lo  cual no hay celebración cristiana de sepultura y eucaristía”, reza el comunicado de la parroquia.

Dicen allegados que detrás de esta manifestación querían demostrar que seguirán ‘en pie’ sus ideas, porque él así lo quiso.  Era un hombre de temple y temperamento recio.

“Es una decisión de sus allegados que tienen pensamientos diferentes a las religiosas tradicionales. Él fue sacado a las dos de la tarde de la Funeraria Napoleón y no pasó a la iglesia sino de una vez al cementerio”, expresó un allegado.

El sepelio tiene opiniones divididas. 

Algunos afirman que con ello se busca que los homicidas caigan, otros argumentan libertad de culto o tradición.

Para el historiador Antonio José Díaz, “cada familia ve la muerte de manera muy personal.   Eso es cuestión de respeto, alrededor de la muerte se han creado tantos mitos que la gente los vuelve pecaminosos”.

“Sé, por ejemplo, de un señor muy científico, Aldo Serrano.  Pidió volver a las entrañas de su pueblo, Zapatoca, en contacto con la tierra, así que fue sepultado desnudo y sin féretro, le echaron la tierra encima.   A la iglesia le parece raro, pero a mí me parece bonito, respetable, salirse un poco de los cánones católicos, mormones, masones, eso está bien, creo que hacen demasiado bombo de algo que debe ser respetable”.

En cuanto al significado de sepultar a alguien de pie, dice Díaz que ha “conocido casos de personas que piden que los entierren así para mantener su firmeza, ideales y gallardía”.

Gonzalo Rueda, funerario de Bucaramanga, testigo directo de cientos de sepelios, considera esto como algo, si bien atípico, normal.   “Yo no sé por qué le están poniendo tanto problema a eso si antes a la gente la sepultaban así para que caminara a la otra vida, eso no lo veo anormal, ahora los entierran hasta con carro, moto, con lo que quieran, a los gitanos los enterraban hasta con riquezas y luego el sepulturero desenterraba la tumba”, dice en tono jocoso.

Visto desde el punto de vista ritual, la cosa cambia y se torna justiciera. En palabras de un santero, sepultar de pie al muerto “esos son rituales que se hacen, en el caso de asesinatos, para que el homicida caiga o no deje en paz al reo, que el alma lo siga día y noche hasta que caiga, sea el asesino o quien haya dado la orden.   Es como cuando le amarran los dedos gordos de los pies con un cordón negro; o echarle el nombre en la boca al muerto, escrito en un papel, pero en este caso de saberse quién fue el asesino.  Es claro que la iglesia no comulga mucho con estas cosas, con este tipo de sepelios”.

Casos sonados en Santander

Armando Martínez, un historiador santandereano,  relata que este tipo de sepelios no es atípico.  “Aquí hay casos muy famosos, como el Conde del Cuchicute, en una hacienda en la parte alta del Socorro, dio la orden de que a un conde se le enterrara de pie.    Y el gran José A. Morales que inicialmente lo enterraron en la parte alta del Socorro, también de pie.  Tiempo después los socorranos dijeron que en una canción él había dicho ‘quiero reposar en un jardincito amable’, entonces lo sacaron y lo enterraron acostado donde hoy está, que es en el jardincito de la Casa de la Cultura del Socorro.

Sin embargo, esta versión fue desmentida por Pedro Manuel Pérez, presidente de la Junta del Museo Casa de la Cultura del Socorro.  “Eso es falso.  En el caso de José A. Morales  fue un sepelio común y corriente en un panteón que había en el corredor principal del cementerio tradicional del Socorro, luego fue llevado a un ‘esperpento’ y luego trasladado al Rinconcito Amable, en el jardín interior del Museo de la Casa de la Cultura, para hacer honor a su canción y último deseo de José, que dice: ‘estoy buscando un rinconcito amable en donde descanse en paz mi cuerpo enfermo”.

Rinconcito amable donde reposan los restos de José A, Morales, en el Museo Casa de la Cultura, en Socorro. Foto / Casa de la Cultura

En el caso de los Guane, por ejemplo, la tradición era sepultarlos en cámaras, sentados, en posición fetal. “Las momias de los Guane fueron halladas forradas con una manta, sentadas, en posición fetal para que cuidaran el valle del Río Chicamocha,  hacían tumbas de pozo y cámara, ponían vasijas de cerámica y cerraban. Los guaqueros encuentran esas tumbas”, añadió Martínez.

Los Guane eran sepultados sentados, en posición fetal . Foto / Archivo Vanguardia

Esta versión es corroborada por William Plata, otro historiador santandereano, haciendo referencia al cementerio indígena de Betulia, “los Guanes hicieron tumbas, una especie de cámaras en la que ponían el cuerpo en posición fetal pues consideraban la tierra como un vientre, entonces volvían a la tierra tal como llegaron”.   Al ver las tumbas, muchos pensarían que eran sepultados de pie, “lo que pasa es que antes de la cámara hay un tubo vertical”.

Ser sepultado de pie era un rito de los masones, y Santander no fue ajeno a dicha tradición. “Era una manera de mostrar que no se le doblegaban a nadie y estaban firmes hasta la muerte, la masonería fue fuerte en el siglo XIX y parte del XX, principalmente en la zona del Socorro”. 

Distintas maneras de sepelios, unas comunes, otras que parecen ‘morir’ con el paso del tiempo, pero al final, el objetivo es el mismo, dar un significado a la muerte y a lo que hay más allá de cerrar los ojos  y dejar de respirar.

Cementerio Indígena en Betulia, Santander. Foto / JJ Pimienta
Tumba Guane en Betulia, Santander. Foto / JJ Pimiento

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