La ciudad de Les Cayes, de cerca de 100.000 habitantes, es el centro urbano más afectado por el poderoso seísmo, que ha causado los daños más cuantiosos en la península del suroeste del país.
El último informe oficial cifra en 1.297 el número de muertos y en al menos 5.700 los heridos en todo el país, pero en su mayoría las víctimas están concentradas en el departamento del Sur, cuya capital es Les Cayes, ubicada a unos 30 kilómetros del epicentro.
En esta zona hay cerca de 30.000 familias afectadas, después de que sus viviendas se hayan desplomado o hayan sufrido graves daños estructurales por el temblor de tierra, de magnitud similar al terremoto que en enero de 2010 destruyó gran parte de la zona metropolitana de la capital, causando al menos 300.000 muertos.
Los daños son considerables en varias localidades de la zona, una de las más remotas y pobres de Haití, y varios pueblos de la región han quedado prácticamente aislados por los daños registrados en carreteras y puentes.
UNA GESTIÓN DIFERENTE A LA DE 2010
El primer ministro haitiano, Ariel Henry, máxima autoridad del país tras el asesinato del presidente Jovenel Moise, el pasado 7 de julio, prometió que la respuesta oficial al terremoto será «más adecuada» que la que siguió al devastador del terremoto de 2010.
Para ello, anunció que toda la ayuda que llegue del extranjero debe ser coordinada por el departamento de Protección Civil, que también dirige las operaciones de rescate.
«No queremos que (la ayuda) llegue desordenada», dijo Henry, en alusión a la caótica distribución de ayuda internacional tras el terremoto de hace once años, que llevó a la malversación de fondos millonarios, gestionados por cientos de ONG sin ningún control oficial.
LA LLEGADA DE LA AYUDA
La ayuda internacional comenzó a llegar al país este mismo domingo, entre ella un equipo de 65 rescatistas de Estados Unidos, que llevaban 23.500 kilogramos de herramientas especializadas para la búsqueda de desaparecidos y materiales médicos.
También este domingo, llegaron por tierra a Les Cayes los primeros convoyes de ayuda humanitaria enviados desde Puerto Príncipe, después de que los equipos de Protección Civil consiguieran desbloquear la carretera nacional 2, que une la capital con esta región, aunque las réplicas del terremoto han causado nuevos cortes en varias vías.
De forma paralela, el primer ministro se desplazó a Les Cayes y recorrió varios hospitales de la ciudad para conocer de primera mano la situación de la atención médica a los heridos.
Allí, informó de que los heridos más graves están siendo trasladados por vía aérea a centros médicos de otras ciudades, en su mayoría a Puerto Príncipe, para aligerar la presión de los hospitales de la urbe.
Henry enfatizó que el país requiere de ayuda urgente para atender a los heridos, además de apoyo logístico y sanitario para tratar de rescatar al mayor número posible de víctimas.
LA LLEGADA DE UN CICLÓN TROPICAL
Las operaciones de rescate trabajan a contrarreloj antes de la llegada al país, este lunes, del ciclón tropical Grace, que según las previsiones puede causar acumulaciones de entre 75 a 100 milímetros de lluvia y fuertes ráfagas de viento a lo largo de la jornada.
En las últimas horas Grace se ha degradado de tormenta a depresión tropical, pero en cualquier caso las autoridades han advertido de que la lluvia y el viento pueden dificultar las labores de rescate, además de crear nuevas situaciones de peligro.
UNA EMERGENCIA EN MEDIO DE LA CRISIS POLÍTICA
El terremoto se produce en medio de un contexto difícil para Haití, que atraviesa desde 2018 por una delicada crisis política y económica, agravada por el asesinato el 7 de julio del presidente Jovenel Moise, perpetrado, según las pesquisas, por un comando de 26 mercenarios que irrumpieron en su residencia en Puerto Príncipe.
Consciente de esta realidad, Henry, en el cargo desde el 20 de julio, llamó este domingo a sus compatriotas a olvidar las «disputas» y unirse para hacer frente a los daños causados por el sismo.
Henry dijo en rueda de prensa que «vivimos un periodo difícil», por lo que es «momento de unirse» y tener «una mayor solidaridad con las personas más afectadas».