En medio de las dificultades que vive el Atlético Bucaramanga, de un partido que, otra vez, ‘era chato’ ante Alianza Petrolera, aparecen imágenes y acciones que trascienden lo estrictamente deportivo.
La escena más linda del encuentro entre ‘amarillos’ y ‘aurinegros’ la entregaron el argentino Adriel Galeano y su progenitora.
Transcurrían 74 minutos cuando el mediocampista gaucho ingresó en reemplazo de Christian Subero, cuando ganaba 1-0 el club ‘aliancista’ y al ‘Leopardo’ le costaba llegar a la igualdad.
Habían muchas dudas de lo que podía hacer en el campo el joven de 22 años, porque ni Raúl Agustín Armando, y tampoco Alexis Márquez, entrenadores del equipo santandereano, lo habían tenido en cuenta, ni siquiera en el banco de emergentes.
Pero fueron suficientes un par de intervenciones para que el exjugador del modesto Barracas, en Argentina, despejara muchos de los interrogantes que existían alrededor de su juego, porque el análisis que generalmente se hace cuando un futbolista no actúa es porque su rendimiento no está a la altura.
Por el sector izquierdo desbordó, fue atrevido, tuvo personalidad, ganó en el uno contra uno y envió un par de centros precisos al área, de esos que poco se ven en este Bucaramanga. Demostró eso que tanto le exige el fanático a sus jugadores: hambre de gloria.
Fue, sin duda, un debut soñado para Galeano, quien se jugó un partido aparte, y en la tribuna, su tierna madre, también vivió su propio compromiso.
Muchos se preguntaban quién era esa emocionada señora que gritaba y alentaba con el corazón.
Era doña Estela, una agradable señora que, en diálogo con Extratiempo, reconoció «que si no me explotó el corazón ahora, es porque tengo para rato, porque fue muy fuerte, me tiembla el alma, no puedo explicar esto con palabras, es algo que esperamos, que se luchó mucho para lograrlo y vivirlo no me lo puedo creer».
Le pasaron miles de recuerdos por su cabeza, seguramente esa intensa y silenciosa batalla que asumen las familias, y apuntó que «Adriel arrancó desde los seis años a jugar, siempre lo acompañamos mi marido y yo, y después de que mi marido murió en 2017, yo me he encargado de acompañarlo».
Justamente, la llegada a Bucaramanga aparece producto de perseguir, como dicen en la tierra de los actuales campeones del mundo, ‘el sueño de pibe’. «En Buenos Aires no había nada que nos detenga y dijimos, nos vamos y es ahora o nunca. Esto jamás lo soñamos, esto para nosotros y puedo hablar por él porque lo conozco, es tocar el cielo con las manos», sostuvo la madre de quien se convirtió en la figura de la cancha.
Al finalizar el partido, ella, su hijo y, desde el cielo, el padre, se fundieron en un abrazo que tocó las fibras de propios y extraños. «No me percaté de mi locura durante el partido (risas), se me cerró la conciencia y me quedé con mi hijo, éramos él y yo, nada más; esto jamás se me va a olvidar, y cuando me lo encontré no fue un abrazo de a dos, fue un abrazo de a tres», sostuvo.
La orgullosa madre, que no se cansó de repetir que a su hijo lo sigue hasta el fin del mundo y que por él está dispuesta a dar la vida, también explicó las razones que los trajeron a la ‘Ciudad Bonita’.
«La verdad que son cosas de la vida, hay cosas que están fuera de nuestras manos, Dios dispone y así es la cosa; él nunca jamás bajó los brazos, nunca dejó de entrenar, dejó muchas cosas de lado y el ama jugar a la pelota, es su vida. Cuando murió el papá le dije que hiciera lo que quisiera y lo primero que me dijo es que yo voy a seguir, se fue a vivir solo a un club de Rosario, a él no le importa nada, él va a hacer todo lo posible por salir adelante en el fútbol», indicó doña Estela.
Adriel Galeano, el otro protagonista de esta historia, que ojalá tenga muchos capítulos de éxito, sostuvo en la atención a los medios de comunicación que «la vida, Dios y el universo saben cuándo hacer las cosas y gracias a Dios hoy se dio y creo que lo puede hacer bien. Me sentí muy bien, cómodo con mis compañeros, con el partido, más allá del empate jugamos muy bien, pero bueno, son jugadas mínimas que a veces pega en el palo y entra y otras pega en el palo y sale».
También, notoriamente emocionado, habló de sus padres, que han sido ese apoyo en los momentos adversos: «La persona que estaba en la tribuna gritando como loca y alentando era mi mamá (risas), quiero dedicarle el partido a ella y a mi padre que falleció cuando tenía 16 años y todo lo que haga va para ellos dos».
La afición, que está ávida de gambetas y buen fútbol, no dudó en reconocer, al final del partido, a Galeano, quien abandonó el campo, en el que fue clave para rescatar de la derrota al Atlético Bucaramanga, en medio de las ovaciones.