Hay desconcierto y cansancio en el sector de la cultura y de las artes. Y una carta —firmada por más de ochocientas personalidades, algunas muy cercanas al proyecto político del Pacto Histórico— se lo hace saber al presidente Gustavo Petro. “No hay un rumbo cierto en el Ministerio de Cultura, lo que hoy sucede en esta cartera no representa una visión progresista de las artes y la cultura”.
Este es un nuevo capítulo en el deterioro de las relaciones entre el gremio de la cultura y el primer mandatario, hecho que comenzó a finales de febrero con la intempestiva salida del ministerio de cultura de Patricia Ariza, una dramaturga con enorme prestigio en las artes y los movimientos afines a Petro, y con el nombramiento en calidad de interino de Jorge Zorro, un músico sin los pergaminos de Ariza y cercano a la familia presidencial, en particular de la primera dama.
De tono comedido con el mandatario, la carta acude a una imagen de la novelística de Gabriel García Márquez para recordarle a Petro que debe contestar las dudas de los sectores sociales, en particular aquellos que lo llevaron a la Casa de Nariño. “Tenemos certeza de que usted nos va a escuchar, que no nos quedaremos como los coroneles de antiguas guerras que nunca recibieron respuesta del gobierno”. A pesar del voto de confianza, las cosas parecen ir por otro lado.
Al menos si se tiene en cuenta los casos recientes de cartas que artistas le han enviado al presidente, preocupados por el manejo del ministerio de cultura. Para no ir muy lejos a principios de abril 648 creadores le remitieron un comunicado expresándole algunas observaciones sobre la gestión de su gobierno. La carta no tuvo respuesta alguna.
La carta de mayo cuenta con las firmas de actrices, músicos y escritores que han asumido públicamente partido a favor de Petro. Son los casos, por ejemplo, de las actrices Margarita Rosa de Francisco, Diana Ángel, del editor Juan David Correa, de las escritoras Velia Vidal, Pilar Quintana, de la profesora Sandra Borda y de las cantantes Adriana Lucía y Andrea Echeverri. Y es que la preocupación por el destino del proyecto cultural de Colombia es grande. Fuentes consultadas por EL COLOMBIANO han señalado la poca importancia que la cultura tendría en la agenda del presidente, más interesado en el trámite de las reformas de la salud o la laboral.
Para sostener dicha afirmación aluden a que Petro, durante los casi seis meses en que Ariza estuvo al frente del ministerio, nunca habló con ella personalmente. Por otro lado, otros señalan que el interinato de Zorro sería el resultado de un tira y afloje entre el presidente y la primera dama: Petro no estaría muy convencido del nombramiento de Zorro mientras Alcocer está muy interesada en mantener a su sombra el Ministerio de Cultura, dependencia que suele estar bajo la influencia de las primeras damas.
Sean ciertas o no estas versiones, lo concreto es que esta cartera se ha convertido en un florero de Llorente entre el presidente y los artistas, sus más entusiastas seguidores. Al respecto, un pasaje de la carta en mención resulta clarificador: “No entendemos la interinidad dañina en casi todos los cargos directivos de la entidad, ni tampoco que no existan agendas, ni acciones claras sobre las necesidades más urgentes de los artistas y gestores culturales en los territorios. Nos preocupa la ausencia de políticas y ejecutorias en temas medulares como: patrimonio material e inmaterial, infraestructura cultural, turismo cultural, desarrollo económico del sector, garantías laborales de los artistas, desconcentración y descentralización de las políticas y presupuestos de la cultura”.
Otro frente de batalla que se le armó a Petro, enredado en los temas de la Paz Total y de las reformas de salud y laboral. Este es un frente que el presidente no puede darse el lujo de desatender: por tradición, los artistas son muy críticos con la oficialidad. Y de este gobierno —del que se sienten parte— los artistas tienen altas expectativas.