Desde el pasado 6 de noviembre que se presentó la muerte de Juan Pablo González al interior de la URI Puente Aranda, en donde estaba detenido por presuntamente haber abusado sexualmente de una menor en una estación de TransMilenio, la Fiscalía se dedicó a recolectar material probatorio para esclarecer lo ocurrido al interior de este calabozo.
Durante la investigación, la Fiscalía encontró que cinco policías que permanecían de guardia el día de los hechos fueron hallados culpables por no haber impedido la golpiza que le propinaron a González, por lo que fueron capturados.
Dos de estos uniformados, identificados como Brayan Montealegre y Jimer Eduardo Blanco, rindieron su testimonio a La W y afirmaron que nunca escucharon los gritos de auxilio del hoy occiso y que por eso no intervinieron, pues habían 600 internos dentro de la estación ese día y estaban haciendo mucho ruido.
“No escuchamos ninguna voz de auxilio. La infraestructura está capacitada para 200 personas en el primer y segundo piso y había 621 personas en ese momento. Ellos tienen televisores, bafles para escuchar música. Son 320 personas haciendo ruido, no es posible escuchar algo”, dijo uno de los uniformados.
Además, estos dos patrulleros, imputados por los delitos de homicidio y tortura agravada, revelaron que la actitud de González fue la que “provocó” que los demás detenidos arremetieran en su contra.
“Él manifestaba que gozaba del sufrimiento que le hacía a esta muchacha. Él les hacía señas [a los reos] y en algún momento alcanzó a bajarse los pantalones delante de los privados de la libertad”, agregó el Policía.
A pesar de que en un primer momento los policías sostuvieron que el cuerpo de Juan Pablo no tenía lesiones, el informe de Medicina Legal reveló que el cadáver tenía múltiples fracturas y le afectaron sus órganos porque lo golpearon por 27 minutos.
