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Un 40% de los usuarios del transporte público en Bucaramanga ha sufrido acoso sexual o intimidaciones

El porcentaje es el resultado de un estudio de percepción que realizó la Subdirección de Transporte del Área Metropolitana de Bucaramanga, a ciudadanos de los cuatros municipios. Se identificaron las formas de violencia más comunes.

“Desde hace mucho tiempo dejé de subirme a Metrolínea. Los hombres aprovechan, que va tan lleno el bus, para rozar sus partes íntimas con la cola de las mujeres. Varias veces me pasó. Es asqueroso”.

“Una vez me iba a bajar de la buseta y un señor metió la mano dentro de mi vestido. Me tocó la cola. Me sentí vulnerable. Sigo montando en transporte público porque no tengo más opción, pero el vestido nunca más me lo volví a poner”.

“En un descuido me sacaron el celular del bolso. Ocurrió en cuestión de segundos. Hay gente que va en el bus, pero fijándose quién da ‘papaya’ para robarte”.

“Iba en un bus, vi que ese señor, como de unos 50 años, me miraba mucho. De un momento a otro empezó a masturbarse. Fue aberrante”.

“Me senté en la parte de atrás y luego se subió un joven. Al rato empecé a sentir que algo me chuzaba la espalda. Me había puesto un cuchillo para que le diera el celular”.

Estos son algunos relatos de víctimas de acoso sexual y de hurto en el transporte público de Bucaramanga y su área metropolitana. Son frecuentes este tipo de casos, pero casi nunca son denunciados.

De hecho, así lo confirman las autoridades, quienes reconocen que sobre este tema no es posible hablar de datos específicos porque las víctimas prefieren quedarse calladas y no interponen las denuncias respectivas.

Un estudio reciente del Área Metropolitana de Bucaramanga permitió identificar que, de 400 personas mayores de 17 años que utilizan el transporte público colectivo y que fueron encuestadas, el 40% confirmó que fue víctima de alguna situación de acoso o agresión. El 60% dijo que nunca ha pasado por esta forma de violencia.

Al cuestionárseles sobre qué tipo de situación sufrieron, en el indicador general, el 2% respondió exhibicionismo, el 10% robo, el 6% manoseos, el 10% miradas morbosas, 6% piropos mal intencionados y el 5% silbidos.

Esto conllevó a que varios de los usuarios del sistema, en efecto, cambiaran la forma de movilizar por el territorio metropolitano, descartando el transporte público como una opción para dirigirse a sus destinos.

abe destacar que en el marco de la actualización del Plan Maestro Metropolitana de Movilidad, el acoso en la cadena de movilidad también fue analizado. Siendo la mirada morbosa en el caso de las mujeres y la intimidación, en los hombres, las situaciones más comunes.

Frente a este tema, el sociólogo santandereano Antonio Acevedo Linares considera que el acoso en el transporte público no se ha normalizado como muchos creen. “Lo que creo es que hay mucha tolerancia con esas conductas públicas, que no tienen sanción por parte de los entes de control, como la Policía”.

Para Acevedo, el hecho de que los buses vayan llenos no es razón para que se presenten este tipo de conductas reprochables.

“Los actos indebidos contra las mujeres son parte de conductas patológicas, por parte de algunos desadaptados que se expresan sexualmente como una forma de reflejar su represión sexual. El reprimido sexual es un agresor social”, aseveró.

En ese sentido, lo que sugiere para que las mujeres dejen de sentir miedo al subirse a un bus, es adoptar conductas firmes, cuidarse individualmente frente a estas agresiones sexuales y mantener las distancias en los buses de servicio urbano. “La sociedad debe de sancionar más fuertemente estás conductas de agresión sexual contra las mujeres y no dejarlas pasar como conductas normales y tolerarlas al ignorarlas”.

Reestructurar la prestación del servicio público y poner a funcionar más buses para que no vayan llenos no sería necesariamente la solución al problema. Es decir, lo que se necesitan son planes y estrategias de seguridad y servicio que velen por las mujeres para así evitar que migren a otros modos de transporte como la bicicleta, caminata, carro o moto particular, ya que después de esta situación sienten miedo, ansiedad y hasta angustia.

El 5,8% de las víctimas migró a carro particular (informal, aplicación) y el 5,8% a mototaxi.

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