Francis Pérez Guerrero lleva 25 años produciendo y vendiendo uno de los productos más tradicionales de la región y que muchos conocen porque se han ‘topado’ por las carreteras de Santander. Hablamos de la famosa chicha de maíz.
Esta bebida emblemática, preferida por nuestros ancestros muiscas y consumida desde la época prehispánica por las culturas antiguas, es muy popular en Bucaramanga gracias a Francis, debido a su bajo costo y por el gran sabor que dicen quienes la beben.
Según Pérez Guerrero, en su época de joven “la chicha se ganó la fama de ser una ‘mala influencia’ para quienes la consumían, pues al tomarla muchos terminaban hablando más de la cuenta e incluso metidos en algún lío, por su alta fermentación”.
“Pero eso ya es un mito, porque bien rica que sí es y más cuando se pone muy fuerte”, comenta este bumangués, que pasa de los 65 años y se gana la vida produciendo y comercializando su producto en el barrio Chapinero, al norte de la ciudad.
Dice que esta chicha de maíz quien la consume, cuenta verdades, se envuelve en anécdotas y es muy buena para compartir en reuniones.
“Yo he vivido toda mi vida acá en Santander. Comencé a hacer chicha junto a mi esposa Gladys Rodríguez; ella sabe todos los secretos, su buen sabor y el porqué los clientes me buscan”.
“Lo único que puedo contar es que hay que comprar un buen maíz, cocinarlo, sacarle el cuncho, sobar la masa antes de colarla y luego se eche en un balde o moya para fermentarla con panela por tres días mínimo”, dice Pérez Chaparro, contando el proceso de elaboración, pero sin revelar sus secretos.
Las chichas mas reconocidas en Colombia a hoy son las provenientes del maíz amarillo, la de corozo, el moriche, cachipay, chontaduro y quinua.
“Aquí llegan jóvenes y adultos de todos los estratos a llevarla. Paran motos, bicicletas, carros de lujos. Hay quienes me encargan para repartir en las fiestas; es una tradición cultural que no pasa de moda, siempre y cuando se tengan unas manos como las de mi esposa para hacerla”, comenta Francis.
Tener el punto en plena carrera 15 con calle 8 entre el barrio Chapinero y San Rafael es un luego, pues cuenta que los fines de semana es el de mayor venta, porque la gente que va para Rionegro y Matanza a los paseos la consumen mucho.
“Un sábado se vende dos moyas completas, más de 20 litros cada una. Una botella se consigue desde $1000, un litro no sobrepasa los $3 mil y la botella más grande la vende en $6 mil”.
“Sí, ya tengo mi clientela. El amor que le coloca mi esposa al hacerla me da fuerza para estar acá todos los días desde las 7:00 a.m., hasta las 5:00 de la tarde. Ella cocina el lunes, la soba el miércoles y se vende el sábado y domingo, siendo los días que más compran los clientes”, puntualiza.
Si usted desea contactarlo puede llamarlo al 317 247 9859. Todos los días lo encuentra en la carrera 15 con calle octava.
