Antes de finalizar el primer semestre de 2021 se normalizaría el paso por la vía nacional que comunica a Bucaramanga con Bogotá y que el 26 de febrero de 2020 se vio gravemente afectada por una avalancha en zona rural de Piedecuesta.
Desde ese momento viajar a San Gil se convirtió en un “verdadero calvario”, reconoció el gobernador de Santander Mauricio Aguilar, mientras anunciaba la expectativa por la entrega de las obras de mitigación y solicitaba “entendimiento” a toda la comunidad, por la magnitud de los trabajos que se vienen realizando.
Un viaje entre San Gil y Bucaramanga, que no debería tardar más de dos horas y media, hoy dura fácilmente tres horas o más, dependiendo del tráfico. “Así nadie quiere venir”, dijo Horacio Castellanos, presidente de Agasturín, gremio que reúne a actores del turismo.
Esta cadena económica es una de las más afectadas por las dificultades de conectividad y por eso la súplica es que se entregue pronto, pero sobre todo, que las obras minimicen el riesgo de repetición de una situación de la misma índole.
La fragilidad de la conectividad regional es evidente y en este momento eso se convierte en un gran problema de competitividad. Sergio Morantes, presidente de la junta directiva de Probarichara, explicó que los análisis prevén el regreso de los turistas extranjeros hasta 2022 y en ese contexto la actividad dependerá de los “colombianos viajando por Colombia y los Santandereanos por Santander” y sin una infraestructura vial adecuada es difícil que las personas elijan a la provincia a la región como su primera opción para vacacionar.
Edgar Lesmez Rodríguez, presidente de la junta directiva de Fenalco, capítulo sur de Santander, dijo que en materia económica las pérdidas pudieron ser más altas y en esto la pandemia y la parálisis general de la economía hizo que la región y el departamento no tuvieran que competir en condiciones normales con otras regiones.
De esta agremiación nace justamente una propuesta hacia el Gobierno Nacional y el departamental, en la necesidad de empezar a evaluar los destinos turísticos, planearlos en materia de conectividad y descongestionarlos del tráfico pesado, para que sean corredores viales para familias y abastecimiento.