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Cuidaba carros en ‘Tejaditos’ y ahora es el jefe de su restaurante

El 26 de junio de 2018, Gilberto Sanabria Márquez se quedó sin empleo y techo, pero mantuvo la ilusión de reabrir el restaurante Tejaditos. 

Si algo había aprendido Sanabria Márquez en 20 años de trabajo ininterrumpido es que él estaba hecho para la atención a las personas. Desde los 12 años empezó a trabajar en su natal Barrancabermeja vendiendo lotería. 

“Mi familia es de la vereda Berlín, en Barranca, teníamos una situación complicada, pues mi madre estaba a cargo de todos mis hermanos. En ocasiones había sólo para comer  2 veces al día” comienza el octavo de 15 hermanos. 

Su señor padre, Álvaro Sanabria Leal, se dedicaba consagradamente al campo y es que en las 60 hectáreas de finca en las que vivían había gran variedad tareas por hacer. La yuca, Auyama, maíz y el plátano que cultivaban se convertía en el sustento económico de la numerosa familia.

También llegaban pesos extras gracias a la incansable labor de la madre de los pequeños, Neguis de Cármen Márquez. Lavando o vendiendo buñuelos con peto en la ‘hija del sol’, le enseñó a sus hijos la valiosa lección de trabajar por uno mismo y para ayudar a la familia. 

La gran capital

Dicha premisa fue la que motivó a Doris Sanabria, para traerse a la capital santandereana a su hermanito menor de tan solo 14 años. Con la ilusión de un joven maravillado por pisar el suelo de la ‘ciudad más bonita’ de Colombia, Gilberto estaba dichoso por iniciar su nueva vida.

La cual consistía en sumarse al equipo de trabajo de uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad. En el comercio estaban laborando 3 de sus hermanos, pero al más joven le asignaron la tarea de cuidar los vehículos en el parqueadero del recinto. 

La primera instrucción que recibió fue por parte de la dueña del restaurante, Oliva Arguello, quien le dijo: ”Hágase aquí. Le tengo una silla para que descanse, pero no para que se quedé sentado”.

Las condiciones laborales de aquella época eran especiales, ya que ahí los hermanos comían 3 veces al día y además se hospedaban.  Aunque era oportunidad inigualable, después de dos semanas Gilber fue el único que soportó dicho ‘voleo’.

Con el paso de los meses, su relación con los clientes se tornaba más cercana a tal punto que le preguntaban por cómo estaba y cómo iba el colegio.

Dicha respuesta era complicada, debido a que el atento cuidador había estudiado hasta quinto de primaria. Recibiendo los consejos de sus comensales “la señora Oliva me brindó la oportunidad de continuar con mis estudios de secundaria y terminar mi bachillerato” confiesa con agradecimiento el servidor barramejo. 

Con los años de experiencia, el vigilante de vehículos veía el restaurante con ojos de hogar e incluso universidad porque cada detalle del negocio lo tomaba como si de una clase se tratase. 

Un cierre anunciado

Desde 2008, Tejaditos solía retrasarse levemente en arriendo o algunas cuentas. Lo que parecía un pequeño susto, estaba siendo una bomba de tiempo que estalló en junio de 2018.

Después de 20 años de estar trabajando en el parqueadero del restaurante como recibidor de clientes y vigilante de los carros, llegó el desafortunado cierre del restaurante Los Tejaditos. Ya había llegado una carta sospechosa unos días antes y como iniciativa del líder Sanabria, se solicitó una reunión para ver qué hacer.

Aún así la señora Olivia insistía tajantemente con que: “se debe abrir todos lo días, no hay que hacer caso porque se va a resolver”. 

No obstante, el fatídico día llegó y tan solo tuvieron 8 horas para salvaguardar algunas sillas, mesas y la comida que estaba en la nevera. Después el negocio era noticia en los medios de comunicación por su inminente cierre.

“Al día siguiente, nos reunimos en la esquina donde quedaba el restaurante. Teníamos dos caminos a seguir: ponernos a llorar y cada uno buscar trabajo por su cuenta o ver en esta dificultad una oportunidad de superación y darle rienda suelta a las ideas que teníamos en la cabeza” revela el en ese entonces, cesante. 

Días posteriores el grupo de recientes desempleados se reunió con una cliente fiel del restaurante, Melba Sánchez, con quien pensaban que sería la nueva socia comercial para reabrir las puertas. 

Sin embargo, en medio de la cumbre que se dio en la casa de ella, les dijo: “Bueno muchachos, me alegra mucho verlos unidos. Ustedes se merecen el restaurante porque han trabajado más de 20 años y han aprendido lo necesario. Yo ya trabajé, hice lo mío para vivir bien. Ahora les toca a ustedes luchar por lo suyo”.

Contra el hambre y el tiempo

Poco a poco, el sueño de los ex-empleados se iba diluyendo. Los comentarios ante la vocería de ‘Gilbert’ dolían más que el hambre. Él recuerda que le decían “Yo tengo fe, pero con solo fe no vamos a lograr nada” y también les juzgaban: “Ustedes parecen unos bobos para arriba y para abajo con los bolsillos vacíos. Así no se logrará nada”.

Los préstamos en los bancos habían sido solicitados a los pocos días del cierre, pero ya iban a ser 40 días de buscar soluciones y aún no se vislumbraba ni la nueva sede ni el socio de capital.

Eso sí, a sus 41 años, el reconocido lord del fallecido Tejaditos seguía en su esquina, entregando papelitos en los que comunicaba la vuelta del gigante gastronómico. También aprovechaba para consultar sobre arriendos de locales. 

Tal local es donde se ubica actualmente Tastyzone, “el lugar estaba bien equipado para funcionar, pero nos dimos cuenta que no contaba con las instalaciones adecuadas ni los estándares de calidad que merecía nuestra clientela” afirma con una sonrisa quien se convirtió en el administrador de su propia marca. 

Zona del sabor

Luego de tres meses de esfuerzos titánico, llegó el anhelado préstamo de 70 millones de pesos a nombre de un cercano amigo del equipo, cuyo único requerimiento para hacer semejante trato era que no le contaran a su esposa.   Así, contra reloj iniciaron los procesos de la obra y decoración de interiores.

El local ubicado sobre la calle 33 con carrera 33 era el sitio en el que los 7 cesantes y nuevos socios hicieron de ayudantes de obras y levantaron pisos, columnas y muros. A la par pareció una artista y docente de la UIS, quien les dijo: “Me emociona verlos así tan pujantes, tan soñadores. Yo les colaboro con la decoración de interiores sin costo alguno”. 

Después de más de 100 días, el domingo 7 de octubre de 2018 se abrieron las puertas del Restaurante Tastyzone. En medio de micrófonos y cámaras, la historia de persistencia se volvió viral en redes. 

A los cinco meses de la reapertura, se asomó la mayor Pandemia registrada en la historia mundial. Amenazando la sostenibilidad del sueño. 

A pesar del desconcierto, la situación se transformó   en una excelente oportunidad comercial. La gran demanda en la venta de comidas a domicilio hizo que pasaran de despachar de 60 domicilios al mes a más de 400.

Con la reactivación económica la historia de emprendimiento de los socios de Tastyzone estuvo presente en medios  digitales y hasta en YouTube con un vídeo que asciende las 900 mil visitas.

“Los domingos habían largas filas y después de tanto tiempo, por fin sentí que despegamos. Nosotros, los empleados teníamos nuestro propio restaurante”. concluye quien fue el cuidador de autos por 20 años y ahora es el administrador de su más grande sueño.

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