Estudiantes de Geología de la Universidad Industrial de Santander, UIS, ganaron, por quinta ocasión, el AAPG’s Imperial Barrel Award Program, un concurso Latinoamericano de Geología, diseñado principalmente para estudiantes de posgrado, pero en donde participaron estudiantes de pregrado.
Por tanto, el mérito es mucho mayor.
En el marco de una competencia, los estudiantes de la UIS plantearon tres prospectos: Dos para la exploración y extracción de hidrocarburos y uno para la sostenibilidad.
Éste último, que los jurados consideraron muy innovador, propone un proyecto de inyección de CO2 en una zona previamente definida como viable, basándose en ejemplos de países como Noruega.
Juliana Pino, capitana del equipo ganador, señala que “la idea es observar los sistemas y estructuras desde otra perspectiva y utilizar la inyección de CO2 para capturar y almacenar el CO2 producido por actividades industriales en formaciones geológicas profundas. Esto ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar su liberación a la atmósfera”.
Laura García, también parte del equipo, explica que “la inyección de CO2 ofrece beneficios significativos como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la prolongación de la vida útil de yacimientos de petróleo y gas agotados. Esto contribuye a alcanzar el objetivo de cero emisiones y representa beneficios económicos a futuro. Según proyecciones a 200 años, la temperatura y presión son óptimas para la captura”.
La doctora Lucía Torrado, una de las mentoras de los estudiantes en este concurso, indica que hay rocas con características ideales de almacenamiento de fluidos entre los cuales están los hidrocarburos y el CO2.
Lo que propusieron los estudiantes de la UIS fue almacenar el CO2 en un campo donde ya no se está extrayendo hidrocarburos, para así almacenar el CO2 en la misma roca donde alguna vez se extrajo el hidrocarburo. De esta manera, se pueden reutilizar sitios donde ya se ha perforado y extraído hidrocarburos.
Esta es una práctica común en la captura y almacenamiento de CO2 en otro tipo de rocas, como formaciones salinas, pero que significa una alternativa revolucionaria y sostenible para el medio ambiente.
La propuesta
Para el concurso se deben tomar datos reales de una zona en el mundo. Este año, se trabajó en un campo de petróleo abandonado en Ayuluengo, cerca de los Pirineos, en España.
“Calculamos la presión y temperatura para definir si tiene las condiciones reales para inyectar CO2. Hoy en día, la forma correcta de solucionar el problema del cambio climático es inyectarlo en el subsuelo a profundidades elevadas donde no hay riesgo. Utilizamos un método llamado interpretación sísmica para definir la geometría y el espesor de la roca donde se puede almacenar el CO2, que llamamos un reservorio”, señala Julián de Bedout, geólogo Ms.c y Advisor.
En su propuesta, los estudiantes determinaron dónde se puede hacer el almacenamiento de CO2 en un campo existente y analizaron los datos del subsuelo para determinar qué tipo de capas de roca son adecuadas para el almacenamiento, lo cual debe hacerse desde distintos puntos de vista, por lo que el grupo está conformado por estudiantes de distintas disciplinas dentro de la geología.
El experto señala que se realizaron una consulta sobre la Captura y Almacenamiento de CO2 (CCS) en distintas partes del mundo. Esta técnica consiste en tomar el CO2 de la atmósfera y buscar fuentes de alta contaminación como fábricas y cementeras.
En Colombia, aún no hay proyectos activos, solo propuestas. Se observaron sitios como Noruega, donde son pioneros en este tema y se descubrió que el CO2 debe estar en condiciones muy críticas para ser acumulado bajo tierra: por encima de 23 grados centígrados y una presión superior a 1.070 psi.
De Bedout señala que “En España está más presionado y se puede atrapar más fácilmente. El CO2 se comporta como un líquido pesado y no se escapa cuando se mete bajo tierra”.
La simulación dinámica permite predecir el comportamiento del CO2 inyectado bajo tierra hasta 100 o incluso 1000 años en el futuro.
La propuesta de los estudiantes UIS se hizo para 200 años y calcularon la saturación de gas y las moles de CO2 disuelto en agua.
“Hay cuatro formas de atrapar el CO2 en el subsuelo. La primera es el atrapamiento estructural, donde se busca una zona que ya haya tenido petróleo para evitar problemas de escape. El CO2 se inyecta en forma súper crítica y se evita que escape gracias a una arcilla que actúa como un sello. Es como si fuera una sombrilla que evita que el CO2 suba”, indica el experto.
Noruega es pionero en la inyección de CO2 bajo tierra gracias a la inversión estatal. Aunque no genera un beneficio económico directo, se hizo para demostrar que es posible inyectar CO2 en arenas que solo tienen agua y de esta manera las empresas pierdan dinero.
En Texas y otras partes de Estados Unidos, se inyecta CO2 para sacar más petróleo mediante el recobro mejorado.
El docente indica que en Colombia se han realizado estudios para evaluar las posibles zonas geológicas que podrían tener potencial para la inyección de CO2 bajo tierra. Aunque aún no se ha desarrollado un proyecto como tal, se están haciendo estudios preliminares.
“La captura de CO2 tiene un efecto inmediato y hay muchas formas de hacerlo, como técnicas pre y post combustión. El CO2 se vuelve líquido y se mete bajo tierra en trampas geológicas que evitan que escape en condiciones supercríticas. Es importante que el CO2 esté por encima de los rangos de presión y temperatura que mencioné anteriormente”, señala.
Las empresas pueden comprar CO2 de otras empresas que generan grandes cantidades de este gas, como cementeras, siderúrgicas y termoeléctricas que queman carbón. Si una empresa decide inyectar más CO2 del que genera, puede terminar generando una huella negativa. Por ejemplo, si genera mil toneladas de CO2 pero inyecta 2000 toneladas bajo tierra, su saldo será negativo y contribuirá a reducir el efecto invernadero.