Benedicto Celis ya pasa de los 60 años, pero su empuje y las ganas de trabajar lo hacen ver como todo un joven. Es alegr, a veces ‘dicharachero’, pero muy amable con sus clientes.
Nació en Capitanejo, Santander y desde hace varios años llegó a Bucaramanga con la convicción de salir adelante. Conoció a Mary Benitez, hoy su esposa, quien es de La Esperanza, Norte de Santander y desde entonces está dedicado al comercio; por razones económicas le tocó asumir desde la parte informal.
Hace siete años tiene un puesto de jugos, justo en la zona refrescante en el sector del Anillo Vial, saliendo de Cañaveral. Allí muchos ya lo conocen, pues es el punto indicado para la llegada de deportistas, que a diario hacen su ejercicio por esta zona.
“La situación económica me trajo acá. Gracias a Dios son un hombre de fe y de lucha constante. Aquí nos ha ido bien, es nuestro diario vivir y muchas personas ya nos conocen”, sostiene Benedicto.
Quienes llegan al lugar pueden encontrar el tradicional jugo de naranja, recién exprimido, que se vende en varios sectores de la vía Floridablanca – Girón y que es un alimento saludable con mucha vitamina C, según los médicos, en las mañanas le cae muy bien al cuerpo.
“Es el fruto de cada día, directamente de la cascara al vaso. Los clientes llegan y hacen su pedido y yo rápidamente le exprimo ese jugo, 100 % natural”, comenta este hombre, que a su vez está moviendo las manos en su exprimidor manual, sacándole el jugo a su trabajo.
Benedicto también sabe combinar este zumo con otros ingredientes.
“Tengo la ‘bomba de naranja’, vitaminas para el cerebro, la piel y el cuerpo, se le agrega al jugo y queda delicioso o también el tradicional ‘tarrito rojo’ como complemento para endulzar la mezcla de vitaminas y minerales”, dice.
Pero el jugo no es sólo lo que comercializa, el negocio también lo mezcla con otros productos como la miel en tarro, el propóleo, los huevos criollos y el aguacate, que no puede faltar en la mesa.
“La naranja viene de Rionegro y Lebrija, la miel la traemos de Chinácota, Norte de Santander; los aguacates de Rionegro y los huevos criollos de El Playón. Aquí viene muchas personas que le gusta montar bicicleta”.
“Desde las 6:00 de la mañana nos ponemos ‘el overol’ de trabajo, todos los días y no le fallamos al cliente. Aquí nos gusta darle calidad, independiente si el precio sube, lo importante es consentir a quien nos compra”, dicen este hombre, que le madruga desde su vivienda en Nuevo Sotomayor a su clientela en Floridablanca.