Venía con uno de sus cuatros hijos, de 17 años, sobre la hora para subirse al otro bus en la Terminal de Transportes, cerca de las 10:00 p.m. del miércoles.
Luego de comprar el pasaje hacia Luruaco, comenzó a sentirse mal mientras bajaba las escaleras hacia la puerta de embarque 1. Quedó sentado en uno de los escalones.
Según testimonios recolectados por Andrés Felipe, otro de sus hijos, y por Armando Salazar, allegado a la familia, “estuvo casi una hora sintiéndose muy mal”.
“Perdió el conocimiento y llamaron a la sanidad de la Terminal. Al parecer tuvo un bajonazo de azúcar y llegó un médico que le dio una pastilla, le puso una bala de oxígeno y le dio un jugo, pero no fue mucho lo que tomó”.
“Con la pastilla se vio un poquito mejor, pero recayó y fue cuando la gente empezó a acosar, que por qué no llamaban a una ambulancia. Pero una muchacha dice que escuchó al médico decir: son venezolanos y no los puedo subir a una ambulancia”.
Indignación
Esa frase es la que más retumba en la cabeza de sus seres queridos, pues no entienden cómo – independientemente de su nacionalidad – “le negaron la ayuda que necesitaba”.
“Tenía problemas coronarios y estuvo un día en el hospital, pero le dieron de alta para viajar. El chofer del bus en que venía de Cúcuta reportó que lo vio tosiendo y ahogado en el camino”.
“Tampoco entendemos cómo concluyeron que eran venezolanos, porque él y su hijo son colombianos; se guiaron por las apariencias o porque venían de Venezuela”.
“El muchacho no supo decir nada porque es un menor, solo en una ciudad extraña, no sabía qué hacer y confió en que el médico lo estaba atendiendo. Pero prácticamente el papá murió en sus brazos”, indicó Armando.
Además, el cuerpo de Biviano permaneció “casi hasta las 10:00 a.m. de este jueves en un lugar por el que pasan tantas personas, porque la médico de la Secretaría de Salud no contestaba y al ser muerte natural el CTI no podía levantarlo.
“Fue que llegó una señora de la EPS y finalmente lo recogieron”, agregó el allegado, “pero pasaron muchas cosas que entristecen”.
Ayer se adelantaban trámites para que su cuerpo regresara al corregimiento Santa Cruz de Luruaco, donde los suyos tendrán que despedir a aquel hombre “alegre, humilde, capaz de dejar de comer para darle a otros… era una inspiración”.