Bucaramanga vivirá a partir de esta semana el denominado ‘turismo comunitario’, una singular estrategia que tiene un enorme potencial para ayudar a mejorar las condiciones de vida de las comunidades más vulnerables, reducir la pobreza, proteger el medio ambiente y mejorar las relaciones interculturales.
La idea es impulsar el desarrollo a través de procesos de emprendimientos participativos que contribuyen a la generación de empleo e ingresos, así como a la consolidación de los destinos a través de experiencias vivenciales con productos turísticos diferenciados, competitivos y sostenibles.
Pues bien, entre los próximos 10, 11 y 12 de diciembre se comenzará este programa en una de las comunas más vulnerables de la meseta de Bucaramanga: la de Morrorrico.
Entre los actos programados para este primer encuentro se han diseñado recorridos guiados por esta comuna oriental de la ciudad, en donde se apreciarán entre otros lugares el Parque del Agua, que está a la puerta de entrada de Morrorrico; así como la visita al cerro del mismo nombre y su Monumento del Sagrado Corazón de Jesús, entre otros sitios. De igual forma se realizará el ‘Festival Itinerante de Morro’, con presentaciones artísticas.
“Este primer encuentro de turismo comunitario en la ciudad es nuestra gran apuesta en la promoción de una oferta de servicios por parte de una comunidad organizada que participa, se beneficia e involucra en los diferentes eslabones de la cadena productiva del turismo”, dijo el alcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas Rey.
Por su parte, Néstor José Rueda Gómez, director del Imct, dijo que se ha diseñado un encuentro con empresarios que integran la Red Nacional de Turismo Comunitario de Colombia.
“Desde Santa Marta, Medellín y Bogotá se estará conversando con empresarios de Bucaramanga, Piedecuesta, Lebrija, Girón y el Carmen de Chucurí de Santander, para de esta manera intercambiar experiencias, anhelos, sueños y establecer sinergias y verdaderas alianzas estratégicas”, añadió.
Los ingresos que se obtienen a través del turismo permiten impulsar el desarrollo de la comunidad, ya que las personas los invierten en cubrir necesidades básicas como el acceso a la salud, educación o la alimentación; al mismo tiempo que evita que la población rural se vea obligada a migrar.
Otro de los beneficios que obtiene la comunidad es la recuperación de su cultura y costumbres, protegiendo y cuidando de esta forma el entorno que les rodea.
