Édgar Enrique Ruiz Meza dejó una marca ‘inolvidable’ en San Gil. Fue uno de los fundadores de la Cruz Roja en el municipio y quienes crecieron con él lo recuerdan como “el mejor batutero o tambor mayor de la banda del colegio Guanentá”.
Pero actualmente estaba radicado en Coromoro donde se desempeñaba como gerente del Banco Agrario. Édgar tuvo buena acogida en el pueblo, lo estimaban por ser servicial y colaborador con la comunidad.
Nadie sabía que estuviera atravesando por alguna dificultad o situación emocional, por eso el viernes al mediodía cuando les dijo a los empleados del banco que se iba a matar, creyeron que era un comentario de mal gusto.
Pero en la tarde, cuando no contestó el celular y no se apareció en la tarde al banco, la preocupación se tornó en angustia y desespero por la tragedia que él mismo había anunciado.
Cuando la Policía fue a buscarlo a su casa en el barrio Araucarias y entraron por el balcón al segundo piso, lo confirmaron. En la cocina estaba el cuerpo de Édgar colgado con una cuerda atada al cuello y tenía una bolsa plástica en su cabeza.
En San Gil la noticia dejó estupefactos a conocidos y allegados de Ruíz. Le enviaron mensajes de condolencia a su esposa, hijo y hermanos.
“Fuimos compañeros de bachillerato, compartimos el gusto por el servicio social en la Cruz Roja Colombiana y por las actividades lúdicas como grupos de danza y canto. Era un muy buen amigo, siempre sonriente, muy caballero, nunca le escuché una mala palabra ni hablar mal de nadie”, expresó un allegado de la víctima.
“El diablo anda suelto”
Los coromoreños están estremecidos pues en menos de un mes, tres personas han decidido acabar con su existencia. Q’hubo intentó contactar a la Alcaldía para conocer cuales son las medidas preventivas que manejarán para evitar que estas tragedias se repitan.