Con el dolor de no poder volver a ver a su hija, una madre esperaba a las afueras del Instituto de Medicina Legal para que le entregaran el cuerpo de su pequeña, de 4 años.
La tristeza de recordar lo encantadora, preciosa y alegre que era, hacía que fuera imposible controlar sus lágrimas. Su hija había muerto de manera accidental.
La mamá, el domingo había salido a las 7:00 de la mañana, como era costumbre, para ir a trabajar en un restaurante ubicado en el barrio Motilones.
Pese a que la niña le había dicho que no se fuera, ella debía salir a buscar el sustento, dejándola al cuidado de su tío, con el que vivía en ese sector conocido como invasión Alto Viento, ubicado en la vía a El Zulia.
Sin embargo, a las 4:00 de la tarde, el familiar que cuidaba la menor tuvo que salir a la tienda para hacer unas compras, pero para no dejarla sola, la llevó a la casa de unos compadres, familiares de él, mientras volvía.
Al parecer, en medio de su curiosidad, la niña llegó hasta un pozo donde las personas tenían patos, donde minutos después fue encontrada ahogada. “Como vieron que la niña no aparecía empezaron a buscarla. Luego la encontraron en el pozo”, manifestó la mamá.
Según la madre de la menor, de inmediato la sacaron para llevarla hasta el Policlínico de Atalaya, donde llegó sin signos vitales.
