A medida que el año 2024 avanza, la comunidad científica mundial se encuentra en alerta debido a la proximidad de dos asteroides con trayectorias que podrían poner en riesgo la seguridad de la Tierra.
Los asteroides han sido objeto de un seguimiento exhaustivo por parte de observatorios espaciales y agencias espaciales internacionales.
Expertos en astronomía y astrofísica han señalado que la órbita de estos cuerpos celestes presenta una inusual convergencia, aumentando la preocupación sobre la posibilidad de una colisión.
La Nasa explica que varían desde Vesta, el más grande, con alrededor de 530 kilómetros (329 millas) de diámetro, hasta cuerpos con menos de 10 metros (33 pies) de ancho. La masa total de todos los asteroides combinados es menor que la de la Luna.
Medidas preventivas
Aunque la probabilidad de impacto directo es baja, la cercanía de sus trayectorias ha generado discusiones sobre las posibles consecuencias catastróficas si ambos asteroides llegaran a colisionar entre sí o con nuestro planeta.
La Agencia Espacial Internacional (AEI) cuenta con un comité de emergencia para analizar la situación y evaluar posibles medidas preventivas.
La EI declaró en una rueda de prensa: “Estamos siguiendo de cerca la evolución de estos asteroides.
Aunque las probabilidades de impacto son bajas, estamos tomando todas las precauciones necesarias para garantizar la seguridad de la Tierra”.
Sin embargo, no todos los científicos comparten la misma preocupación. Javier Martínez, astrofísico y experto en asteroides, destacó que, aunque la proximidad es notable, las dimensiones y velocidades de estos cuerpos celestes hacen que la posibilidad de colisión sea remota.
“La astronomía nos ha brindado herramientas avanzadas para prever y comprender estos eventos. Aunque debemos seguir monitoreando, la probabilidad de impacto directo es extremadamente baja”, comentó Martínez.
El más próximo, es del próximo 4 de febrero, llamado 2011 MD, el cual es considerado un asteroide tipo Apolo, porque su órbita es muy similar a la de la Tierra, pero con una órbita más larga y oval.
Este microasteroide brillante fue descubierto el 22 de junio de 2011 y en un principio se consideró basura espacial. Si este asteroide entrara en la atmósfera terrestre, lo más probable es que se quemaría, sin causar daño a los objetos en la superficie.
A medida que la comunidad científica continúa su vigilancia, el mundo espera con expectación y cierta ansiedad el desarrollo de estos acontecimientos cósmicos.
La incertidumbre sobre el futuro de estos asteroides y su relación con la Tierra plantea la necesidad de reforzar la investigación y la tecnología para proteger nuestro planeta de posibles amenazas espaciales.