La sociedad de la nieve, la película de la que todo el mundo habla en redes sociales, parte de una premisa básica: en momentos extremos las personas hacen lo que esté al alcance de sus manos para sobrevivir. Eso fue lo que pasó en 1972, cuando la falta de alimentos hizo que los sobrevivientes de un accidente aéreo en la cordillera de los Andes se comieran la carne de sus compañeros fallecidos, entre otras maniobras que debieron hacer para no morir de frío, sin techo y sin comida durante más de 70 días.
Según han contado los protagonistas de la historia, antes de tomar esta decisión -el canibalismo- ellos se alimentaron de la nieve de las montañas e incluso trataron de alimentarse con el cuero de las maletas o de las ropas. Sin embargo, con el paso de las horas se vieron en la encrucijada de caer en el canibalismo para conservar la vida.
“Tras el choque del avión el 13 de octubre de 1972, dimos por hecho que pronto vendrían a buscarnos. Pasaron las horas y los días y nada. Encontramos un radio que conectamos a la antena del avión y a través de él, diez días después del accidente, nos enteramos de que daban por perdido el avión y solo hasta febrero de 1973 buscarían los restos y los cadáveres. Para el mundo ya estábamos muertos”, le contó a la prensa internacional Gustavo Zerbino, uno de los 27 sobrevivientes del accidente del vuelo 571 que partió de Montevideo rumbo a Santiago de Chile. La mayoría de los pasajeros hacía parte de un grupo de rugby. Una tormenta ocasionó que el avión cayera en las montañas y su tripulación se enfrentara a un dilema por la supervivencia. 16 días después de haberse estrellado, una avalancha mató a ocho personas más.
Esta historia se le conoce como el milagro de los Andes. Y es así porque los sobrevivientes experimentaron situaciones extremas durante los 72 días que tardaron los rescatistas en dar con su paradero. “Después de 50 años que han pasado de esta historia, se han escrito 26 libros, nueve documentales, ahora cuatro largometrajes y dos más en curso, y se sigue hablando del tema. La única razón es porque es una historia extraordinaria protagonizada por gente del común. Ninguno de nosotros era superdotado, no es como quien escala el Everest que se prepara para ello y lleva todo su equipo, al contrario, yo era un malcriado y consentido que no servía para nada, que se encuentra a sus 18 años de edad, a 4.200 metros de altura, más de 30 grados bajo cero, sin recursos, por 70 días, para protagonizar una de las más asombrosas historias de supervivencia de todos los tiempos”, dijo Carlos Páez, uno de los supervivientes.
“En todas las películas y documentales siempre destacan que yo rezaba mucho, pero créeme que no solo rezando se sale de Los Andes, debíamos tomar acción, y así fue, los helicópteros no los mandó Dios, nosotros los fuimos a buscar caminando por Los Andes por diez días. Es como funcionamos en la vida, no esperes la ayuda, ve por ella”, continuó Páez.
De esta historia se han filmado las películas ¡Viven!, de Frank Marshall, y La sociedad de la nieve, de J.A Bayona. La primera fue protagonizada por Ethan Hawke, mientras en la segunda tiene un papel importante el uruguayo Enzo Vogrincic.