¿Buscas casa con piscina? Atomic Monster y Blumhouse, los productores de M3GAN, se sumergen en las profundidades del horror con el nuevo thriller sobrenatural llamado “Aguas Siniestras”.
La película conecta con la propia infancia y adolescencia de McGuire y, quizá no resulte sorprendente, las inspiraciones de Aguas Siniestras tienen algo de acuafobia.
Al crecer en Florida, rodeado de huracanes que inunda casas, accidentes de navegación y ataques de tiburones, llegas a tener una especie de miedo y reverencia por el agua.
Basada en el aclamado cortometraje homónimo de 2014 creado por ROD BLACKHURST y BRYCE McGUIRE, la película la protagoniza WYATT RUSSELL como Ray Waller, un exjugador de béisbol de las grandes ligas que se vio obligado a retirarse de forma prematura debido a una enfermedad degenerativa que se muda a una nueva casa con su inquieta esposa Eve, Kerry Condon, su hija adolescente Izzy, Amélie Hoeferle, y su joven hijo Elliot, Gavin Warren.
Con la secreta esperanza, contra todo pronóstico, de volver al béisbol profesional, Ray convence a Eve de que la resplandeciente piscina del patio trasero de la nueva casa será divertida para los chicos, y él podrá hacer terapia física en ella. Pero un oscuro secreto del pasado de la casa desatará una fuerza malévola que arrastrará a la familia a las profundidades de un terror ineludible.
Del mismo modo que Aguas Siniestras hace referencia a clásicos de género cinematográfico de los ochenta, también lo hace la banda sonora de la película.
Una casa muy particular
McGuire finalmente encontró su pesadilla acuática en Altadena, California, una comunidad suburbana de clase media y diversidad étnica situada al noreste de Los Ángeles, cerca de Pasadena. “La casa tenía todo lo que queríamos”, dice McGuire.
“El jardín estaba rodeado de enormes robles que tenían tal profundidad que casi parecía una boca abierta a punto de tragarte entero. La piscina tenía más de 2,7 metros de profundidad y 13,5 metros de largo. Tenía un trampolín, y una silueta interesante. Cuando vi la piscina desde la ventana del segundo piso, me quedé sin aliento. Era todo lo que había imaginado”. (Algunas escenas requerían aguas más profundas, por lo que McGuire rodó durante cuatro días en una piscina olímpica de cuatro metros de profundidad en Chatsworth, California).