Hoy, el homenaje es para los que con sus manos hacen verdaderas obras de arte para los pies de los amantes de los zapatos.
Zapatero a tus zapatos, este dicho está más que claro para las personas que remiendo a remiendo, con dedicación y mucha paciencia elaboran calzado para niños, mayores y para los más viejitos.
Y es que no, por nada, el calzado de Santander tiene fama internacional, si es que los zapateros ‘le ponen el alma’ a su oficio, a echar tarea como ellos popularmente dicen.
Mario Pradilla, un bumangués que se dedica a este oficio, arrancó a sus 15 años “echando pegante en las zuelas, sacando tachuelas y con el pasar del tiempo aprendí cómo ser solador y hoy en día soy el que hago las muestras para la empresa”.
Pradilla quiso seguir los pasos de su familia en este negocio debido a que su papá, su tío y hasta su padrino dedicaron sus vidas a hacer zapatos. Él dice que la zapatería le ha dado para comer, para comprar su moto y hasta su vivienda.
Los sueños de este zapatero son seguir trabajando, ahorrar, viajar y hasta montar su propia fábrica de zapatos.