Pese a la solemnidad y optimismo con el que el presidente Gustavo Petro presentó su reforma a la salud, parece que dentro de su propio gabinete persiste cierto descontento y oposición a la iniciativa. La cara más visible de ese rechazo ha sido el ministro Alejandro Gaviria, hoy en la cartera de Educación, pero que tiene la autoridad de haber sido ministro de Salud durante ocho años en el gobierno de Juan Manuel Santos.
En las últimas horas, Gaviria –quien desde antes de conocer el texto expresó reparos al revolcón que planteó el Ejecutivo–, habría arreciado en sus críticas a la iniciativa e inclusive, podría estar contemplando dar un paso al costado del gobierno Petro.
¿La razón? Un descontento que habría subido de tono porque sus comentarios y objeciones a la reforma no habrían sido tenidos en cuenta a la hora de radicar el proyecto en el Congreso de la República. En otras palabras, se sintió ninguneado en la discusión. “Es un momento delicado para él y podrían darse anuncios”, admitió a El Colombiano una fuente cercana al funcionario.
Si bien la iniciativa no contempla eliminar las Entidades Prestadoras de Salud (EPS), las obliga a hacer un proceso de territorialización y las convierte en operadores de Centros de Atención Primaria Integral Resolutiva en Salud (CAPIRS), encargados del cuidado de la salud y prevención de la enfermedad.
A principios de mes se conoció un texto del ministro, en el que advertía que “el sistema actual es producto de treinta años de innovación y trabajo colectivo” y que “destruirlo sería un suicidio”.
El funcionario había planteado sus interrogantes durante un consejo de ministros, en el que, entre otros temas, se abordaron las estrategias que la Casa de Nariño impulsará el primer semestre del año para sacar adelante sus reformas estructurales a la salud, la justicia y las pensiones, entre otras.
“Todo esfuerzo reformista debe empezar por un diagnóstico (…). Eso no ha ocurrido con la reforma de salud que ahora se propone. El diagnóstico no es claro. Pareciera insinuar que todos, o la mayoría de los problemas, se originan en la administración (privada o no pública) del sistema. Como si eliminar las EPS fuera una solución a los problemas de insostenibilidad financiera, corrupción y desigualdades territoriales. No es así”, leyó Gaviria en la reunión.
El documento en el que expuso sus interrogantes, de cuatro páginas y titulado “Sobre la reforma a la salud”, se filtró a la opinión pública, dejando patentes sus preocupaciones por el proyecto que lidera la ministra de Salud, Carolina Corcho.
La experiencia de Colombia con pagadores únicos públicos ha sido desastrosa. Lo fue con la llamada libre adscripción del Seguro Social en 1996, lo fue con los recobros directos del Fosyga por la atención a la población desplazada en 2001, lo fue durante la década pasada con los pagos de las secretarías de salud por los servicios No Pos del Régimen Subsidiado”, cuestionó.
Y añadió: “El país recuerda los carteles de la hemofilia, el VIH, enfermos psiquiátricos, etc. Todo esto podría repetirse a una mayor escala con la actual propuesta de reforma”.
Aunque reconoció que hay problemas que deben corregirse, Gaviria criticó los fundamentos que persigue el plan del gobierno de Gustavo Petro. “La reforma propuesta plantea una estrategia extraña: destruir lo que funciona en las ciudades para supuestamente arreglar lo que no funciona en las zonas rurales. En lugar de adaptar una estrategia de atención primaria al sistema, la reforma trata de adaptar todo el sistema a una estrategia de atención primaria. Una lógica extraña”.