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Celulares de sangre en Bucaramanga

En un mes en Bucaramanga, una ciudad donde asesinan sin piedad por robar un celular, en uno de los principales centros comerciales de venta de estos equipos se reciben no menos de 160 aparatos producto de atracos.

Una red de delincuentes conoce los seis locales donde sin escrúpulos los compran sin preguntas incomodas, y sin importar lo que les haya pasado a sus legítimos propietarios. Allí mismo, muchos bumangueses van a adquirirlos de segunda, o buscar alguna de sus partes como pantallas o cámaras. Ellos tampoco cuestionan la procedencia, no se molestan en saber si están manchados de sangre.

– Tengo un celular para vender…

– No gracias.

El sujeto entonces da una vuelta por el Centro Comercial Bucacentro, ubicado en la calle 33 con carrera 18, en plena zona céntrica de Bucaramanga, siempre convulsionada, donde acecha el hampa como una alimaña tramposa, que solo muestra sus filosos dientes en la oscuridad a transeúntes desprevenidos. Zona con edificios históricos, de calles mal iluminadas, a ratos sucia y marginal, que obedece a la voluntad de los jíbaros, quienes viven a sus anchas del comercio de estupefacientes a toda hora. En este sector se comercializa el 80% de los teléfonos celulares de Bucaramanga, especialmente de segunda mano. Además, es centro para la reparación y repuestos de estos aparatos tecnológicos de comunicación.

Aparentando que no pudo concretar la venta, como si se tratara de una puesta en escena bien ensayada, el hombre sale del edificio. Lo sigue detrás un sujeto, quien segundos atrás abandonó el local comercial donde se ofreció el teléfono. El ladrón pasa la calle. El comerciante lo sigue a distancia, hasta que le grita cuando alcanza uno de los bordes del parque Centenario, que en su interior es caminado principalmente por habitantes de calle, ladronzuelos, adictos al bazuco, fumadores de marihuana, vagabundos todos de una Bucaramanga sórdida.

– ¡Oiga!

– ¿Qué celular es?

– Un Motorola One Fusion

– ¿Cuánto?

– 150.000 pesos

– Le doy 100.000…

– Listo…

Cerca de una caseta abandonada en uno de los extremos del parque Centenario, sobre la carrera 18, donde los comerciantes formales de la zona han denunciado sin éxito a la Policía Nacional que es uno de los lugares preferidos por el hampa para encaletar la droga, que surten a consumidores a todas horas, se realiza la transacción. Este teléfono celular, hurtado minutos atrás, termina en manos del comerciante inescrupuloso. Ya con el aparato en uno de sus bolsillos, regresa a uno de los locales de Bucacentro.

Un teléfono de este mismo modelo era el que portaba la estudiante de la Escuela Normal Superior de Bucaramanga Nickol Valentina Rodríguez, de 15 años, la tarde del jueves 24 de febrero, cuando fue atacada por Pedro José Trujillo Pérez, en las escaleras del túnel del Mesón de los Búcaros.

La niña estaba sola. En el lugar no había Policía o vigilancia privada. Acababa de salir del centro educativo donde cursaba décimo grado. El sujeto la amenazó con un cuchillo. La tomó del cuello. Ella alcanzó a soltarse. Pero el hombre, quien es señalado por la Policía de violencia intrafamiliar al punto de causarle un aborto a un familiar, la sujetó nuevamente del cuello. La cortó dos veces. Una lesión más le causó en la espalda. Luego, le rapó con igual violencia el celular Motorola One Fusion. Huyó del lugar.

Por este aparato, que nuevo tiene un precio de $1.600.000, en el ‘mercado negro’ ofrecerían solo $80.000. Según la investigación judicial por el homicidio de la estudiante, este era el valor que le pagarían a Pedro José Trujillo Pérez por el teléfono. De hecho, en el allanamiento a la vivienda del homicida, ubicada en el asentamiento urbano Nuevo Jerusalén, se encontraron 11 celulares, cuya procedencia y propietarios está por determinar por parte de la Policía Nacional.

La red

Celulares de sangre en Bucaramanga

Son tantas las víctimas de los robos en el área metropolitana, que no se tienen todos los nombres de los heridos que dejan los atracos. Tampoco se conoce el grado de lesión que reciben. No todos denuncian. Como midiendo la temperatura de este fenómeno, en encuestas de percepción ciudadana, se concluye que los bumangueses poco confían en la efectividad de la justicia para llevar a la cárcel a quienes hurtan teléfonos celulares.

Pero hay un indicador que alarma más. Síntoma de la crisis social que registra el área metropolitana de Bucaramanga, sus habitantes han venido perdiendo la confianza entre ellos mismos. Para citar solo el caso de Bucaramanga, el 24% dice no confiar en la gente, frente a un escaso 5% que sí lo hace. A esta conclusión llegó la encuesta virtual de percepción ciudadana ‘Mi Voz, Mi Ciudad’, elaborada por el Programa Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos.

Según estadísticas de la Policía Nacional, el robo de celulares ocupa el 52% de los ‘raponazos’ en las vías de Bucaramanga. Pero estos son solo los casos denunciados. En lo que va corrido del año se han recuperado 415 teléfonos celulares, se han incautado 43 más y fueron capturadas 388 personas. Algunas de ellas por robo y otras por portar celulares reportados como hurtados o extraviados.

El director General de la Policía Nacional, general Jorge Luis Vargas Valencia, estuvo el pasado viernes en Bucaramanga y aseguró que se avanza en las investigaciones en contra de la redes que roban y reciben esos celulares para comerciarlos en el ‘mercado negro’.

– Desde el orden nacional estamos avanzando con las compañías de comunicaciones para poder inutilizar cualquier equipo que sea reportado como hurtado. Este es un trabajo técnico que debe comprometer decisiones administrativas del Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, junto con las empresas de telefonía celular. En eso estamos trabajando. Creemos que si lo logramos, disminuiría inmediatamente el hurto a celulares y la receptación de estos aparatos.

Lo que no explicó el Director Nacional de la Policía Nacional es cómo piensan combatir la red muy bien organizada que tienen las bandas de delincuentes en Bucaramanga, que ahora, no solo comercializan aparatos hurtados, sino que además los desarman, para así evitar el accionar de las autoridades. Esta red vende en el ‘mercado negro’ principalmente pantallas y cámaras provenientes de celulares robados. Una de las personas que conoce del tráfico de partes de teléfonos celulares en Bucaramanga narró cómo operan.

– Sí se vende celulares robados, pero a los comerciantes les resulta más fácil ahora desarmarlos y vender sus partes. Así se evitan problemas con la Policía. Le pongo un ejemplo. Con un Motorola One Fusion, igual al que llevaba la niña que asesinaron. Ese equipo se lo compran al ladrón en $100.000. En San Bazar o en Bucacentro, donde operan algunos comerciantes inescrupulosos, lo desarman y le sacan las partes, por ejemplo, la pantalla. Esa la venden en $300.000. Se ganan $200.000 y así evitan a la ley. Igual con un IPhone robado. Supongamos que le llega un ladrón con un IPhone XR, que son muy difíciles de desbloquear, por eso es mejor desarmarlo. Lo compran en $200.000 o incluso en menos. La pantalla la pueden vender en $800.000. Allí está el negocio. Usted no se imagina la cantidad de personas que llegan buscando esos repuestos. Ninguno de ellos pregunta de dónde vienen esas partes, todos buscan que sea barato y que les arreglen el celular…

Uno de los comerciantes del Centro Comercial Bucacentro le dijo a Vanguardia que solo un 5% de los 144 locales comerciales que operan en este inmueble se prestan para recibir celulares robados.

– Todos sabemos quiénes son. Son seis locales que no han querido, como lo hacemos todos, no comprar aparatos que la delincuencia hurta. Por más que hemos intentando, no han querido colaborar. De resto, la inmensa mayoría de los locales de Bucacentro no compramos tecnología hurtada. No patrocinamos el delito. Es más, todo el resto colaboramos con las autoridades. El problema es que a veces no tenemos el respaldo completo de la Policía…

La fuente, que pidió reserva de su identidad por razones de seguridad, aseguró que cuando llega un delincuente a ofrecer un teléfono sin documentos, se activa una red interna en Bucacentro para llamar a la Policía de forma inmediata.

– Lo que ocurre es que uno llamaba a la Policía y se demoran mucho en llegar. Por más que uno entretenía al delincuente, la Policía, a veces, no aparecía. ¿Uno qué hace en esos casos? Nada. Sin embargo, desde el asesinato de la estudiante, la Policía empezó a reaccionar más rápido. En la última semana todo cambió. En los últimos ocho días fueron capturados en Bucacentro cinco personas ofreciendo teléfonos robados. Ahora la Policía actúa más rápido. Yo le calculo que a la semana se compran aquí entre 30 y 40 equipos. Es que todos los días roban celulares en la ciudad. Hay que decir también que no todos los traen aquí. En San Bazar también los compran…

Vanguardia le preguntó al alcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas, sobre la receptación de celulares robados en San Bazar, un inmueble que es de propiedad del Municipio.

– Frente a la acusación contra los comerciantes de San Bazar, quiero conocer la denuncia oficial. Con esa denuncia le pediría a la Oficina de Espacio Público, la Policía y la Fiscalía actuar inmediatamente…

El problema es que nadie quiere denunciar en la actualidad. Incluso los comerciantes legales de celulares en Bucaramanga, que encabezan campañas en contra del hurto y receptación de equipos de tecnología robados, tienen miedo frente a repercusiones que puedan tomar las bandas que manejan este “lucrativo” negocio.

– Tenemos miedo. En Bucaramanga digamos que hay dos tipos de delincuencia. Unos son los ladrones que roban por su cuenta celulares y los traen a vender ocasionalmente. Pero existen también bandas organizadas, que trabajan incluso por encargo, y manejan no solo estos hurtos, sino otros delitos. Le pongo un ejemplo, por más que hemos denunciado la venta de droga en el parque Centenario, los jíbaros siguen comercializando papeletas a toda hora. Y no pasa nada. Les hemos dicho a las autoridades que nos envíen un Policía o un bachiller en la entrada de Bucacentro. Si lo hacen, el delincuente se abstiene de ingresar. Esa es una forma de frenar este delito, pero no tenemos respuesta…

Al respecto, el comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, brigadier general Samuel Darío Bernal Rojas, le dijo a Vanguardia que se adelantan investigaciones “precisas” y “concisas” sobre la receptación de celulares en San Bazar y Bucacentro.

– No quiero hacer énfasis en estas investigaciones, que se adelantan en la actualidad. Tenemos una buena comunicación con los buenos comerciantes. La idea es tener un policía muy cerca de ellos para poder actuar.

Al reiterarle al oficial que hace meses los comerciantes piden un policía o bachiller en la entrada de Bucacentro, el oficial respondió que “estamos allí, con el policía del cuadrante y del vecindario”.

¿Sus manos con sangre?

Celulares de sangre en Bucaramanga

El director General de la Policía Nacional, general Jorge Luis Vargas Valencia, el pasado viernes destacó que en menos de 36 horas capturó al asesino de Nickol Valentina Rodríguez. Lo que no respondió el oficial fue la dramática petición de la familia de la estudiante hace unos días. Carlos Aparicio, tío de la menor de edad, aseguró que la Sijín realizó una impecable labor, pero que las autoridades fallaron al prevenir la muerte de su sobrina.

– Tristemente fueron muy buenos a la hora de castigar, pero no a la hora de prevenir. El Estado tiene que responder por la prevención. Es ridículo que en el túnel del Mesón de los Búcaros no tengan vigilancia en el punto más neurálgico.

A lo largo de los últimos años se han promocionado diferentes campañas para evitar que personas como usted, ajenas al mundo del hampa, adquieran celulares sin los respectivos documentos legales. ¿Faltarían más campañas? ¿Se necesita una que incluso explique que no se pueden comprar partes de celulares en establecimientos que no demuestren la procedencia legal de los mismos? Incluso sería necesario enfatizar que quien porte un celular robado se expone a prisión de cuatro hasta 12 años, con una multa de hasta 750 salarios mínimos mensuales vigentes. Tristemente la mayoría de personas no son conscientes de este delito. Lamentablemente muchos de ellos también tienen las manos manchadas de sangre en Bucaramanga.

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