Las madrugadas en Bonita Springs, Florida, suelen ser tranquilas, casi soporíferas. Pero en la madrugada del 24 de enero, el silencio fue interrumpido por un estruendo que despertó al dueño de una casa en el vecindario. Un fuerte golpe, un ruido seco de vidrio roto, y luego pasos apurados en la oscuridad. Algo no andaba bien. Al revisar las cámaras de seguridad, el propietario se encontró con una escena digna de un thriller psicológico: Sabrina Coyne, de 34 años, su exesposa, lanzaba un ladrillo a través de una de las ventanas de su casa. Pero no era un ladrillo cualquiera.
La pieza en cuestión era un ladrillo conmemorativo, inscrito con una fecha que tenía un significado especial: el 14 de junio de 2020, el día de su primera cita. El objeto, una especie de reliquia romántica, se había transformado en un proyectil de rabia y resentimiento. Coyne, como una figura espectral, fue captada por las cámaras tomando una foto del daño que acababa de causar. ¿Para qué? ¿Un recordatorio personal o quizás una especie de prueba macabra? La respuesta aún es un misterio.
Las autoridades no tardaron en llegar al lugar, alertadas por el propietario. Cuando los oficiales confrontaron a Sabrina, la mujer negó rotundamente los hechos. “Yo no lancé nada”, afirmó con una frialdad que podría haber convencido a cualquiera que no hubiese visto el video. “Solo quería hablar con él. Golpeé la puerta porque no me dejaba entrar”, agregó, tratando de suavizar la situación. Pero las pruebas eran claras: allí estaba ella, en el video, lanzando el ladrillo conmemorativo sin dejar lugar a dudas.
Con la evidencia en mano, la policía procedió a arrestarla. Sabrina Coyne ahora enfrenta cargos por vandalismo y por lanzar un proyectil contra una vivienda ocupada, un delito grave en el estado de Florida. El caso tomó rápidamente notoriedad en los medios locales, y no era para menos. Las emociones humanas, cuando se desbordan, pueden desencadenar situaciones tan surrealistas como esta.
