Una mujer de Nueva Zelanda fue condenada a dos meses de cárcel por sobrealimentar a su perro y producirle la muerte.
Según informó The Mirror, voluntarios de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales se apoderaron del animal de 53,7 kilogramos, tras un operativo en el que la Policía registró la casa de la mujer.
La situación era tan grave que el perro necesitó al menos tres descansos para caminar una distancia de 10 metros, y cuando los veterinarios colocaron un estetoscopio en su tórax para examinarlo, no pudieron escuchar los latidos de su corazón porque el sonido no podía penetrar las capas de grasa.
Un grupo de voluntarios de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales se apoderaron del animal de 53,7 kilos, tras un operativo en el que la policía registró la casa de la mujer.
La situación era tan alarmante que el animal necesitó al menos tres descansos para caminar una distancia de 10 metros, y cuando los veterinarios colocaron un estetoscopio en su tórax para examinarlo, no pudieron escuchar los latidos de su corazón porque el sonido no podía penetrar las capas de grasa.
Pese a que el perro logró bajar 8,9 kilos durante los dos meses que estuvo bajo la custodia del refugio, falleció repentinamente por una hemorragia interna que se produjo tras romperse una masa en su hígado.
Finalmente, la mujer admitió darle de ocho a 10 trozos de pollo al día más galletas para perros, por lo que el Tribunal de Distrito de Manukau en Auckland la condenó a dos meses de prisión más una multa, y se le prohibió la tenencia de perros durante un año.