María da Conceição es una brasileña que aceptó y disfrutó del crecimiento de su vello facial. Tiene 47 años y tomó la decisión de dejarse crecer la barba porque se cansó de no ser ella misma.
Desde pequeña, su madre comenzó a quitarle el vello facial y a los 13 años interiorizó ese hábito. Aunque el caso de María no es aislado, pues en su familia se presentaron casos similares, como el de su tía, quien también optó durante toda su vida por quitarse la barba.
De igual manera, el crecimiento del vello no se debe solo a la genética, también al alto porcentaje de testosterona (hormona masculina) en su cuerpo.
María confesó que no se dejaba la barba porque le daba miedo ser juzgada y al qué dirán. Ella prefería encajar en las normas estéticas impuestas por la sociedad y evitarse momentos incómodos o convertirse en el centro de atención con su llegada a algún lugar.
“Viví mucho tiempo en prisión (encerrada en el temor de no ser aceptada), con miedo a los prejuicios. Pero soy adulta, a pesar de no saber leer soy mi propia persona y necesitaba eso para sentirme completa. Entonces dejé de afeitarme”.
Pero dicha decisión por poco la lleva a la ruptura de su matrimonio, debido a que el hombre con el que está casada desde hace 17 años, Tinho Silva, no sabía nada de su condición. Él comenta que si veía que su mujer usaba máquinas de afeitar en su rostro, pero que él pensaba que era para quitarse algún pelo que le incomodaba, nunca imaginó que se tratase de una barba espesa.
Fue un proceso difícil para Tinho, quien terminó aceptando la decisión de su esposa porque era su compañera de vida, una mujer que lo ama y lo respeta. Incluso, él fue el que animó a María a crear una cuenta en las redes sociales para hablar del tema y grabar videos en lugares públicos.
Con el apoyo de su esposo, María siguió su vida acompañada de su barba, aceptándose y amándose como es. Relata que no asiste a barberías porque se siente incómoda, pero que usa productos para cuidar lo que ahora para ella es motivo de orgullo.