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Video: Así luce Harbin, la ciudad china que se ‘congela’ para su festival de hielo

El Mundo de Hielo y Nieve de Harbin es parte del Festival de Escultura de Hielo y Nieve que se celebra desde finales de diciembre hasta marzo en el norte de China y atrae una media de 10 a 20 millones de visitantes cada año.

La ciudad nororiental china de Harbin acoge estos días a miles de visitantes que llegan atraídos por sus gélidas temperaturas y por su Festival de Hielo y Nieve, que celebra su primera edición tras la pandemia y el fin de la política china de ‘cero covid’.

Está previsto que, durante el evento, que comenzó a recibir visitantes el pasado 18 de diciembre y se prolongará mientras el frío lo haga posible, hasta finales de febrero o principios de marzo, más de dos millones de personas visiten las instalaciones, explicó a EFE el presidente del Instituto de Investigación del Festival de Hielo y Nieve, Zhang Guihai.

Esta edición del festival será la primera tras la pandemia y el fin de la política de ‘cero covid’, un período durante el cual el evento siguió celebrándose, “pero con menos visitantes”, precisó por su parte a EFE un representante de la organización.

Mundo de hielo

A lo largo de 810.000 metros cuadrados se reparten enormes estructuras formadas por bloques de hielo, algunas de las cuales recuerdan a lugares emblemáticos reales como el Templo del Cielo de Pekín.

En el centro del complejo se alza la torre principal, llamada “Corona de hielo y nieve” y que tiene una altura de 43 metros, equivalente a un edificio de 16 pisos.

El festival se puede visitar tanto por el día, cuando se pueden ver las construcciones del color traslúcido del hielo que las forma, como de noche, cuando quedan iluminadas con vistosas luces de colores.

Aparte de las esculturas, el recinto acoge numerosos toboganes de hielo, uno de los cuales permite a los visitantes deslizarse durante 521 metros, convirtiéndose en el más largo que ha construido el parque hasta la fecha, y una noria de 120 metros de altura.

Sin embargo, es imprescindible una buena preparación antes de aventurarse en el recinto, dado que, tras ponerse el sol, las temperaturas pueden caer hasta los 30 grados bajo cero, constató EFE.

Los organizadores recomiendan llevar un gorro grueso, una bufanda de lana, guantes de “materiales de calidad”, máscaras de terciopelo y prestar atención a qué tipo de calcetines llevará uno durante la visita.

Una vida efímera

Los más de 200.000 metros cúbicos de hielo utilizados para las construcciones proceden del congelado río Songhua, que nace en la frontera entre China y Corea del Norte y atraviesa Harbin.

Desde finales de noviembre, cerca de 10.000 trabajadores se turnaron las 24 horas del día durante 15 jornadas para ensamblar las estructuras, soportando temperaturas de hasta 20 grados bajo cero.

Las edificaciones se mantendrán en pie y abiertas a los visitantes hasta finales de febrero o comienzos de marzo, dependiendo de cuándo empiecen a subir las temperaturas en la ciudad nororiental.

Según Zhang, llegado el momento, las construcciones simplemente “se derretirán y fluirán de vuelta al Songhua, creando cero contaminación”, aunque en ocasiones anteriores se ha requerido la intervención de profesionales para desmontar las esculturas de mayor tamaño, cuyo derrumbe podría resultar peligroso.

Se trata del primer festival que se celebra después de la restrictiva política china de ‘cero covid’ y tras la primera ola de la enfermedad a nivel nacional a finales de 2022 y comienzos de 2023, período que coincidió con la edición anterior.

En el primer día de operación oficial de esta edición, el complejo recibió más de 40.000 visitantes, superando las expectativas de los organizadores, que se disculparon al día siguiente por las largas colas que se formaron a la entrada.

Las autoridades del parque esperan unos ingresos de más de 500 millones de yuanes (70 millones de dólares, 63 millones de euros) en concepto de venta de entradas para esta edición.

Además de acudir al Festival de Hielo y Nieve, numerosos turistas pasean por el centro antiguo de Harbin, que cuenta con algunas manzanas de arquitectura de corte europeo, dada la influencia rusa sobre la ciudad.

Su mayor exponente es la Iglesia de Santa Sofía, construida en 1907, cuando la urbe contaba con una importante proporción de población rusa, y situada en el corazón de la ciudad.

Los turistas abarrotan la plaza que alberga el edificio, hoy museo pero antiguamente iglesia ortodoxa, y sorprende la alta proporción de visitantes procedentes del sur de China: “Nunca habíamos visto la nieve ni experimentado temperaturas bajo cero antes y quisimos venir a probar”, asegura a EFE un grupo de viajeros procedentes de la provincia suroriental de Cantón.

Con información de EFE

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